Quisiera que nuestro cielo, jamás pierda su color azul, que el
agua siga siendo incolora insípida e inodora. Que el huracán
de mayo nos arrastre con su lengua de fuego y miel. Que
nos deje acompañar, a quien queremos entre nubes de
algodón, dejando que el viento del anochecer se asome al
umbral de nuestras almas.
Está en nuestro deseo, soñar y esperar para ser nube que
bañe nuestros anhelos más preciados. Ojalá pudiéramos
ser respiración, pulso y viento, para trenzar o meser los
cabellos enredados por el destino.
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