Bailar

Francisco M. Ortega

 

 

Bailé -sí que bailé-

sobre las gotas

del eterno rocío

en las mañanas muertas

con los labios partidos

de besar flores frescas

que hoy solo son

memoria en esta despedida.

Bailé en noches esquivas

sobre cristales rotos

en calles escarchadas

solo como el aliento

de quien huye de todo.

Bailé sonámbulo

sobre el hombro herido

del túmido despertar

y bailé como un loco

como el que no puede más

y exhausto cae a plan

sobre el catre entelerido

del abrazo letal.

Bailé hasta ser otro

entre la multitud.

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