Amiga, conozco tu alma porque a mí te acercas
en las condiciones que lo haces y cuando lo haces
al ser presa de sus fallas.
Te quiero, aunque a mí acudas para hablarme del otro
sabiendo de tu entrega a él,
el que te llena,
al que amas y a veces te lastima.
Te quiero porque sé la diferencia
entre amor y amistad,
y a la vez la relación entre ambas cualidades.
Y yo,
ausente y lejano al sitio de él en tu alma,
a veces logro sanar la culpa ajena
o consolar de mil maneras,
la causa por la que a mí recurres
supliendo lo que él no es capaz de corregir
o de reconocer siquiera;
y que en el caso
tal vez lo mismo yo haga padecer
en la misma situación a la amiga de otro.
Yo seco el llanto que él provoca
y calmo la furia de cierto enfado.
Y te conozco por lo que de él padeces
al desnudar tu interior ante mí,
incluso sé enmendar sus faltas como propias,
a veces momentáneamente para tranquilizarte
como él no hace ni logra,
para que finalmente a él regreses
como en otras tantas ocasiones;
mientras yo espero la próxima confidencia,
tal vez mi último consuelo o mutua despedida
cuando él te haya conquistado
y ya no me retengas por sus fallas.
Esto es lo que he ofrecido,
éste mi papel de amigo.
Amiga, quiero que siempre cuentes conmigo,
te necesito feliz,
conmigo o sin mí,
de cerca o a distancia.
Amiga,
¿te permites tomarme en cuenta?
Libro: Sentencias breves, 1991
ARG/ESP/MÉX
- Autor: Dicaz (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de diciembre de 2023 a las 11:03
- Categoría: Amistad
- Lecturas: 6
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