Romance

Mercedes Bou Ibáñez



 

 Romance

A José Hernández
poeta uruguayo.
.
Amaneció gris el día,
están de luto las letras,
de fiesta visten los cielos.
San Pedro anuncia a trompeta
que vistan todos de largo
y engalanen las veredas,
que ha llegado hasta la gloria
del amor su gran lumbrera.
.
Hoy me enteré que te fuiste,
tuve que arquear con fuerza,
los arcos de mis pestañas,
para impedir que salieran
a chorro mares de lágrimas,
pero no pude con ellas
no las pude contener
y brotaron bien espesas,
corriendo a la desbandada
desbocadas de tristeza,
fueron corriendo a buscar
el alivio con tus letras
y así apaciguar el duelo
con la miel de tus poemas.
.
No sé que decir amigo;
que ya tan solo me queda
recordar con ilusión
tu sueño de pluma inquieta
y mirando hacia los cielos
veo que una hermosa estrella
esa, la del brillo intenso,
esa con puntas de flecha
lleva grabado con fuego;
en el brillo de su estela,
tu nombre, amigo, tu nombre,
tu nombre de gran poeta,
ese nombre; José Hernández,
que brilló al lado de Delia,

Mercedes Bou Ibáñez

Tango

Te consintió la ochava,
la luz del almacén y las estrellas,
las calles y las lunas suburbanas,
el guapo y la ramera.
El conventillo te prestó las notas
del tano que lloraba en canzonetas,
del gallego que entonaba morriñas
en tristes habaneras.

Deambulaste calles de adoquines,
te enredaste a los hierros de una reja,
trajinaste arrabales:
transeúnte de noches y bohemia.
Te llamaron plebeyo
por hijo del burdel y las tabernas
parido en los suburbios,
arrullado entre vahos de ginebra
por el canto de sombras y aguardiente
y ausencias de Malena.

Al fin te provocaron las distancias
y triunfaste en veladas europeas.
El compás dos por cuatro
impuso su cadencia.
En un abrazo de pernó y champán
se fundieron malvón y lentejuelas,
el barrio con el centro,
el percal y la seda.
El clavel de Madrid
y los cercos de humildes madreselvas.

En la esquina de grandes baldosones
la luna de Pompeya
abrazada al farol
se espeja en la vereda.
Mientras un bandoneón
bosteza entre redondas y corcheas
el recuerdo de Arolas
y una loca quimera.
En la voz de Gardel
retornan los fantasmas de una pena
y en sensual firulete
se enlaza una pareja.

Envuelto en los sonidos de la noche,
en parla y confidencias
el tango, fiel reflejo de la vida,
goza, ama, llora, sueña.
Su melodía herida de arrabales
se quiebra en la garganta de Azucena.


Poema: Tango
De Delia E. Fernández Cabo De Hernández.
(Primer Premio: "Universo de tangos".
 Buenos Aires.- Argentina)

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