Entré, en la casa del Dios viviente.
A dos pasos, camino de hombre corriente.
Amaneció de nuevo en mi larga noche.
No hubiera temido, así fueran las doce.
Sus mansos ojos abrieron mis carnes.
Escalando mi corazón sin ningún arnés.
Me hablo diferente.
Con un susurro ardiente.
Su voz dulce, olfateo mis pieles.
Efluvios distintos, mejor que las mieles.
Antes de sesenta porciones en pos…
Ya había olfateado mis pieles, sin temor.
Y su santísimo elixir, oteado mis sentidos.
Libertando todos los reflejos de mis días venidos.
Todo este relato, es fiel y sincero.
Lo demás queda guardado en lo profundo de mi tintero.
- Autor: Sierdi (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de enero de 2024 a las 02:18
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 22
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, María C., Lualpri, Classman, Fabio Robles, Alexandra L, JacNogales
Comentarios3
Qué gusto me da tu regreso, es una alegría volver a leer y disfrutar de tu decir y sentir poético.
feliz año 2024, gran abrazo
Gracias querida Alicia.
Me haces muy feliz.
El tiempo ha secado muchas hojas,
Pero tu corazón floreciente...
Me sonroja.
Un abrazo amiga.
Al igual que tú regresé ayer, es que ALMA tira mucho como tus versos.
Un abrazo,
¡Dios es perfecto!
Bendiciones amiga.
Abrazos.
Es un gusto disfrutar tus letras, Dios es aliento, es verdad, amor, Dios nos levanta en cada caída, somos sus hijos y en su fe renacemos en la paz y la luz. Un placer leerte.
Un saludo cordial, Alex.
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