En los ocasos de los días
los jardines con sus aromas y flores
continuarán siendo lo único que quede,
tan tenue todo en la boca de la muerte,
seguirán floreciendo las pasiones
en brazos de quienes se quieren.
Atrás permanecerá la huella imborrable
de nuestro paso por la vida,
aunque está solo sea un recuerdo
en las vivencias de algunas gentes,
las más cercanas, los amigos,
otras los familiares,
habrán evocaciones,
siempre,
a pesar de que el tiempo
que todo lo reconduce
se llevará lo que resulte como palabra
en la punta de los dientes,
después el olvido,
y aquí si que todo desaparece.
Mirando el atardecer con sus sombras,
creo verme en alguna de esas montañas
de algodones que van y vienen,
de aquí para allá
buscando corrientes de aire,
para seguir siendo en los ojos
de quienes miran esos cielos cambiantes
una pregunta o deseo,
un ruego o una maldición muy latente
es lo que desea este instante
aquí labrado con reja de hierro.
Quiere siempre
el que sobre esto escribe
que del surco
donde una semilla revive
nazca un árbol frondoso,
que de buenos frutos
y que estos sean de sabor agradable.
- Autor: jvnavarro ( Offline)
- Publicado: 11 de enero de 2024 a las 04:44
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema recoge una reflexión serena sobre la muerte. Solo eso, la montaña de algodones puede ser ese instante en que uno lo ve todo desde el espíritu, por allí el ser y el alma. La racionalidad entera viendo lo que queda de uno en la tierra.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: José Luis Galarza, Lualpri, Classman, MISHA lg, alicia perez hernandez
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