Un Profesor Encantador: Capítulos 52, 53, y 54

Reb Liz


AVISO DE AUSENCIA DE Reb Liz
Como una joven que anhela ser escritora, no me considero una poeta, simplemente soy una chica que plasma en papel sus pensamientos y vive cada palabra que escribe. Busco un lugar fértil donde sembrar semillas de amistad y cosechar la más pura felicidad. En cada línea, deseo transmitir emociones profundas y despertar los corazones de quienes me lean. Uniendo nuestras almas a través de la tinta, crearemos un vínculo eterno. Juntos, crearemos un mundo donde la amistad florezca y la felicidad sea nuestra cosecha. ¡Únete a mí en esta maravillosa aventura literaria!

Capítulo 52: El comienzo del fin

 

Narra Brenda

 

Me sorprende cómo el tiempo ha volado desde que comenzamos nuestra relación. Nuestro noviazgo, nuestro matrimonio, está en su mejor momento. Pasamos todos los días juntos, ya sea en la escuela o en su departamento. A veces nos aventuramos a salir durante los recesos, aunque solo podemos hablar en secreto por temor a ser descubiertos. Estar con él es como recibir un pedacito del paraíso. Me siento completamente suya y él es todo mío. Alan siempre logra sorprenderme de una forma u otra. Recuerdo una semana en particular cuando encontramos un lugar apartado del bullicio de la escuela. Nos refugiamos en un rincón tranquilo de un parque cercano y nos entregamos a besos apasionados. La tensión y la tentación eran abrumadoras, pero decidimos esperar a tener un momento más adecuado y privado para expresar nuestro amor de manera más íntima.

 

Al día siguiente, en sábado, Alan me dijo que no podría verme porque tenía trabajo atrasado. Aproveché la oportunidad para pasar tiempo con mi familia. Las cosas con ellos van bien. Papá está viviendo con nosotros y estoy tratando de volver a la normalidad. A veces, él va a la escuela a charlar con Alan, lo cual es extraño, porque si él supiera la verdad, seguramente lo odiaría.

 

Narra Alan

 

Era sábado y sabía que no podría ver a Brenda. Estaba en plena semana de exámenes y tenía mucho trabajo atrasado por haber dedicado tanto tiempo a estar con ella. Pero cada vez que pensaba en Brenda, sentía una oleada de felicidad y gratitud por tenerla en mi vida. Cada día que pasaba a su lado, me enamoraba más y más. Su presencia me hacía sentir completo y seguro de que todo estaba bien en el mundo. Incluso recordando mis encuentros pasados con Laura, me di cuenta de que nunca había sentido lo que siento por Brenda. Ella es verdaderamente única y estoy agradecido de que Laura haya decidido dejarme, porque si no, nunca habría conocido a mi verdadero amor.

 

Estaba en mi departamento sumergido en mis libros cuando escuché un golpe en la puerta. No esperaba recibir visitas, así que me sorprendió ver a Laura parada frente a mí. Vestía de manera provocativa y su tono de voz era desafiante.

 

- Hola, Alan – dijo con un tono provocador que me hizo sentir incómodo.

 

Mi molestia se hizo evidente y no entendía por qué había venido a buscarme.

 

- ¿Qué haces aquí? ¿Por qué viniste? – pregunté, tratando de ocultar mi irritación.

 

Laura respondió con un enigmático "Digamos que vine a... hablar", dejando un aire de misterio en el ambiente que despertó mi curiosidad y preocupación por lo que podría querer discutir.

 

Narra Alan

 

Sin esperar mi consentimiento, Laura entró a mi departamento y se sentó en mi sillón como si tuviera derecho a hacerlo. Su presencia inesperada y su actitud desafiante me hicieron sentir incómodo y molesto.

 

- ¿Y bien, qué pasa? – pregunté, manteniéndome de pie frente a ella, tratando de ocultar mi incomodidad.

 

Ella me miró con una sonrisa provocadora y luego soltó la bomba.

 

- Bueno, creo que seré directa... ¿Qué me dices de lo tuyo con Brenda? – dijo, dejándome atónito.

 

Me quedé paralizado, sin saber cómo responder. ¿Cómo sabía ella sobre mi relación con Brenda? Negarlo ya no parecía una opción viable.

 

- ¿De qué estás hablando? No tengo idea de lo que insinúas – respondí, tratando de ocultar mi nerviosismo.

 

Laura se acercó a mí, colocando una mano en mi pecho, y sus palabras resonaron en el aire.

 

- ¿Seguirás negándolo, cariño? – dijo con tono burlón.

 

Me sentí atrapado, sin saber qué decir. No entendía completamente qué sabía ella exactamente. Permanecí en silencio, congelado por la incertidumbre, mientras ella continuaba hablando.

 

- Sabía que entre ustedes pasaba algo. Es demasiado evidente. Pero dime, ¿sabes que lo que estás haciendo no está permitido? ¿Sabes que los padres de Brenda podrían demandarte? ¿Sabes que podrías terminar en prisión por esto? – reveló, dejándome aún más desconcertado.

 

- ¿Cómo lo sabes? – pregunté, sintiendo que negarlo ya no tenía sentido.

 

- Eso no importa. Fue más una cuestión de lógica. Cualquiera que los vea juntos lo sabría. No deberían ser tan obvios si esto es tan peligroso. Se nota a leguas... por la forma en que ella te mira y tú la miras a ella - explicó con una risa siniestra.

 

- Está bien, dime, ¿qué es lo que quieres? ¿Qué buscas con todo esto? - pregunté, tratando de entender sus intenciones y preparándome para lo que vendría a continuación.

 

Laura soltó una risa maliciosa.

 

- Primero, quiero saber... ¿Qué le viste a esa niña? ¿Una chiquitita tonta sin experiencia? - preguntó Laura con desdén.

 

- ¡No hables así de ella! - exclamé, defendiendo a Brenda con determinación.

 

Laura rió de manera burlona.

 

- Me da ternura cómo la defiendes... ¿No tienes conciencia de que ella es una adolescente y tú eres su maestro? - dijo, tratando de menospreciar nuestra relación.

 

- ¿Por qué no me dices de una vez qué es lo que quieres? - pregunté, sintiendo la urgencia de obtener respuestas claras y poner fin a esta situación incómoda.

 

Laura soltó una carcajada que resonó en la habitación, llenando el aire de una mezcla de malicia y satisfacción.

 

"Primero, quiero que trabajes conmigo. Ya te lo había mencionado antes. Fuera de todo esto, es una gran oportunidad", dijo, manteniendo su voz seductora y misteriosa. "Y en segundo lugar..."

 

Se acercó a mí, su rostro a centímetros del mío, buscando un beso. Su mano se deslizó por debajo de mi camisa, rozando mi pecho con un toque provocador. Sentí un escalofrío recorrerme mientras mi mente se llenaba de confusión y deseo contradictorio.

 

- "Solo quédate conmigo por esta noche, disfruta un rato y luego podrás olvidarte de mí. Yo no diré nada y tú no dirás nada... solo esta noche. Te demostraré que estás cometiendo un error con esa niña", propuso Laura, con una mezcla de desesperación y manipulación en su voz.

 

- Estás equivocada, Laura... completamente fuera de la realidad. Amo a Brenda y no pienso traicionarla. Contigo no tengo nada que hacer... A Brenda la amo más de lo que alguna vez pude quererte a ti - respondí con firmeza, dejando en claro mis sentimientos y lealtad hacia Brenda.

 

Laura guardó silencio por un momento y luego se acercó a mí, intentando besar mi cuello. Rápidamente me aparté, sintiendo cómo su presencia me volvía loco. Sabía cómo provocarme y aunque intentaba alejarme, ella no me lo permitía. Mi voluntad estaba siendo puesta a prueba y mi resistencia se debilitaba ante la tentación.

 

Narra Brenda

 

Recibí un mensaje de Alan por la tarde que decía:

 

“Bren, ven a mi departamento. Tengo una sorpresa para ti... sé que te va a encantar".

 

Me sorprendió recibir su mensaje, ya que habíamos acordado no vernos hoy. Sin embargo, la curiosidad y las ganas de verlo se apoderaron de mí. Quería saber qué sorpresa tenía preparada y me sentía emocionada por pasar tiempo juntos. Tomé mi auto y, para evitar sospechas, le dije a mis padres que iría a cenar con Ian y Anabela. Las calles estaban cubiertas de nieve, creando un ambiente mágico pero también un poco peligroso. Mi papá y mi mamá me pidieron con preocupación que tuviera cuidado al conducir, conscientes de las condiciones climáticas.

 

Mientras conducía hacia el departamento de Alan, mi mente se llenaba de preguntas. ¿Qué sorpresa tendría para mí? ¿Por qué había decidido romper nuestros planes y hacer algo especial? Sentía una mezcla de emoción y nerviosismo, pero estaba ansiosa por descubrirlo.

 

Me demoré un poco en llegar al departamento de Alan, pero cuando lo hice, me pareció extraño que la puerta estuviera entreabierta. En ese momento, tuve un impulso de tocar, pero rápidamente recordé que era el departamento de mi novio, el lugar que compartíamos como pareja. Sentí la confianza suficiente para entrar sin llamar, pero segundos después de cruzar la puerta, mi mundo se derrumbó. Me quedé en estado de shock al presenciar a Alan y Laura besándose en el sillón, con poca ropa. Me sentí como si me hubieran arrojado un cubo de agua fría encima.

 

- ¿Para esto me pediste que viniera? Déjame decirte que encontrar a dos idiotas juntos sí que es una sorpresa", exclamé, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar.

 

Alan y Laura se levantaron rápidamente, visiblemente sorprendidos por mi presencia.

 

- Brenda... es... es... esto no es lo que crees", tartamudeó Alan, sin lograr articular una respuesta coherente.

 

- ¡CÁLLATE, QUIERES – grité – Por mí, no se preocupen. Laura, querida, continúa con lo que estabas haciendo. Parece que las personas como tú tienen experiencia en eso. No te preocupes, Alan, entiendo tus 'necesidades'

 

Alan intentó hablar, suplicándome que lo escuchara, pero mi dolor y mi ira no me permitieron hacerlo.

 

- Por favor, mi amor, escúchame - dijo Alan en tono suplicante, con los ojos llenos de angustia y arrepentimiento. Sus palabras resonaron en el aire, cargadas de una desesperada necesidad de ser escuchado y comprendido. Sin embargo, mi corazón herido y mi mente confundida me impedían ceder ante su súplica. Un mar de emociones contradictorias se agitaba dentro de mí mientras luchaba por encontrar la fuerza para enfrentar la situación y tomar una decisión.

 

- ¿Escucharte? ¿Escucharte? ¿Crees que quiero escuchar los gemidos de ella? - exclamé con amargura.

 

- Esto no es lo que crees - intentó explicar Alan.

 

- ¿No? ¿Entonces qué es? ¿Una broma...? ¿Por quién me tomas, Alan? ¿Crees que soy idiota? - exclamé con voz temblorosa, sintiendo una mezcla de dolor y decepción en cada palabra.

 

Alan suspiró, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicarse.

 

- Fue un beso, sí... pero entre Laura y yo... –  admitió con pesar en su voz, evitando mi mirada.

 

Sentí cómo la traición se apoderaba de mí, como si un puñal se clavara en mi pecho. Las lágrimas amenazaban con brotar mientras luchaba por asimilar la verdad. Todo lo que habíamos construido juntos parecía desmoronarse en un instante.

 

- No necesito que me expliques nada. ¡No quiero saber! - respondí con voz temblorosa.

 

- Por favor, Brenda, hablemos luego... más tranquilos - suplicó Alan.

 

- No hay nada que hablar... No quiero saber nada de ti - dije con determinación, sintiendo cómo se desvanecía el amor que una vez sentí por él.

 

- Brenda, por favor... - suplicó Alan, con voz entrecortada y los ojos llenos de remordimiento.

 

Las palabras de Alan resonaron en el aire, cargadas de una profunda necesidad de redención y perdón. Su voz temblorosa revelaba el peso de sus acciones y la angustia que lo consumía. Sin embargo, mi corazón herido y mi mente confundida me impedían responder de inmediato. Un torbellino de emociones se agitaba dentro de mí mientras luchaba por encontrar la fuerza para enfrentar la situación y decidir si estaba dispuesta a escucharlo.

 

Estaba a punto de irme, pero Alan intentó tomar mi brazo, buscando una oportunidad para explicarse.

 

- ¡Déjame, no me toques... no te atrevas a buscarme, ni mucho menos a seguirme!

Si te atreves a seguir buscándome, yo misma revelaré nuestra relación. Y créeme, tengo pruebas más que suficientes para usar eso en tu contra... ¡ASÍ QUE TE EXIJO QUE ME DEJES EN PAZ! – grité, mi voz resonando con una mezcla de rabia y dolor. Sentí un nudo en la garganta mientras las lágrimas amenazaban con emerger. Con cada palabra, mi voz temblaba, reflejando la intensidad de mis emociones.

 

Con la mayor dignidad posible, abandoné su departamento, bajando las escaleras a toda prisa, mis piernas temblando con cada paso. Casi tropecé en mi prisa por alejarme de aquel lugar que alguna vez consideré nuestro refugio. Finalmente, llegué a mi auto y me dejé caer en el asiento del conductor, permitiendo que las lágrimas fluyeran sin restricciones. Mis sollozos resonaban en el espacio confinado, una liberación desgarradora de la traición que me embargaba.

 

Las imágenes de Alan y Laura juntos se repetían una y otra vez en mi mente, como un tormento constante. Sentí cómo mi confianza se desmoronaba, reemplazada por una sensación de engaño y desilusión. Había confiado en Alan con todo mi ser, pero ahora me enfrentaba a la cruda realidad de sus mentiras.

 

No sabía qué hacer en ese momento de confusión y dolor. Ir a casa y enfrentar a mi familia con mi angustia no era una opción. En cambio, me aferré al volante, tratando de controlar mi respiración mientras seguía conduciendo sin rumbo fijo. La autopista se extendía frente a mí, una metáfora de mi propio viaje interno en busca de consuelo y claridad en medio de la tormenta emocional que me envolvía.

 

Narra Alan

 

Al ver que Brenda me había encontrado con Laura, sentí cómo mi mundo se desmoronaba a mi alrededor. La mirada de sorpresa y decepción en los ojos de Brenda me golpeó como un puñal en el corazón.

 

- ¡Alan! – exclamó Laura

 

La ira se apoderó de mí y no pude contener mi frustración. "¿Por qué has hecho eso?", pregunté enojado, tratando de encontrar una explicación que justificara mis acciones.

 

- Nunca antes te han molestado mis besos – respondió Laura con una sonrisa cínica, como si estuviera disfrutando de mi sufrimiento. Sus palabras solo avivaron aún más las llamas de mi ira.

 

- Lo nuestro ha terminado... y yo amo a Brenda... por tu culpa la he perdido – expresé con pesar, sintiendo cómo el peso de mis acciones recaía sobre mis hombros. El arrepentimiento comenzaba a inundar mi ser.

 

- Sabes que estás cometiendo un error con esa niña... – intentó argumentar Laura, pero sus palabras solo aumentaron mi frustración y resentimiento hacia ella.

 

- ¡LÁRGATE DE AQUÍ AHORA! – le grité con furia, deseando con todas mis fuerzas que desapareciera de mi vista. No podía soportar su presencia ni un segundo más.

 

- Pero, Alan... - intentó decir Laura, pero no le di oportunidad de continuar. Mi paciencia se había agotado por completo.

 

- Si aún tienes algo de dignidad, vete ahora... después de esto, no quiero volver a verte nunca más - expresé con determinación, sintiendo cómo el resentimiento hacia ella crecía dentro de mí. - Sabes una cosa, no te odié cuando me dejaste, pero ahora... ¡te odio!... ¡LÁRGATE!

 

Laura recogió sus cosas y se fue, dejándome solo en medio del caos emocional que había creado. Sentí cómo la realidad de mis acciones se hundía en lo más profundo de mi ser. Necesitaba hablar con Brenda, aunque sabía que probablemente ya la había perdido para siempre. Sin embargo, no podía dejar de intentarlo.

 

Tomé mi celular tembloroso y noté un mensaje que aparentemente yo le había enviado a Brenda, pidiéndole que viniera a verme. En ese momento, todo se volvió claro: Laura había planeado todo esto y ahora la odiaba con cada fibra de mi ser. Pero sabía que trataría con ella más adelante. En ese momento, lo que más necesitaba era escuchar a Brenda, enfrentar las consecuencias de mis acciones y rogar por su perdón. Marqué su número en mi celular, esperando con el corazón en la mano que contestara. A la primera llamada no respondió, lo cual era comprensible, pero no me rendí. Respiré hondo y marqué de nuevo, rogando por una oportunidad para explicarme y enmendar mis errores. Para mi alivio, ella contestó, y en ese momento supe que tenía una oportunidad, aunque fuera una pequeña, de arreglar lo que había roto.

 

- Brenda, mi amor, por favor, tienes que escucharme... - supliqué, con desesperación en cada palabra.

 

- ¿Escucharte? ¿No crees que ya me has lastimado demasiado? - respondió Brenda, su voz cargada de dolor y desilusión.

 

Las lágrimas amenazaban con ahogar mi voz mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas.

 

- Lo sé, pero debes entender que todo esto fue solo un malentendido... No puedo soportar la idea de perderte, eres mi razón de ser - intenté explicar, dejando que mi corazón hablara por mí.

 

El llanto en la voz de Brenda me partía el alma. Podía sentir su dolor, su decepción, y sabía que era el responsable de ello.

 

- Ya es demasiado tarde, Alan... Yo te amaba, te amaba con todo mi ser - dijo Brenda, su voz quebrada por la tristeza y la resignación.

 

- No hables en pasado, por favor... Yo te amo, te amo más de lo que las palabras pueden expresar - respondí, dejando que la desesperación se filtrara en mis palabras. Mi mente se llenó de imágenes de los momentos felices que compartimos juntos, y el pensamiento de perderla me aterraba.

 

De repente, un estruendo ensordecedor resonó en el fondo de la llamada, seguido por los gritos angustiados de Brenda y luego una interferencia que cortó nuestra comunicación.

 

- ¡¡¡Brenda, Brenda!!! ¿Qué ha pasado? ¿Me escuchas? ¡Maldición, háblame! ¡Dime algo! - grité al teléfono, sintiendo cómo la desesperación se apoderaba de mí. Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba desesperadamente una respuesta.

 

La línea permaneció en silencio, solo el eco de mi propia voz resonaba en mis oídos. La incertidumbre y el miedo se apoderaron de mí. Necesitaba encontrar a Brenda, asegurarme de que estuviera a salvo.

 

Sin pensarlo dos veces, me abrigué rápidamente y me dirigí a su casa, ignorando los riesgos que pudieran surgir. La preocupación y la urgencia me impulsaban a actuar. No podía quedarme de brazos cruzados sin saber qué había sucedido.

 

Cuando llegué, la hermana de Brenda me recibió con los ojos hinchados por el llanto. Su rostro reflejaba la tristeza y la angustia.

 

- Hola... ¿Brenda está aquí? - pregunté, apenas siendo capaz de articular las palabras, temiendo lo peor.

 

- Señor Freeman, ¿qué hace usted aquí? - preguntó su hermana entre sollozos - Brenda no está aquí, ni mis padres tampoco - dijo, su voz llena de dolor y confusión.

 

El corazón se me hundió en el pecho. La preocupación se convirtió en pánico. "¿Dónde están tus padres? ¿Qué le ha pasado a Brenda?" pregunté, luchando contra el nudo en mi garganta mientras esperaba desesperadamente una respuesta que temía escuchar.

 

Entre lágrimas, su hermana me dio la devastadora noticia:

 

- Llamaron a mis padres de urgencia... Brenda tuvo un accidente.

 

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Capítulo 53: El accidente

 

Narra Alan

 

"Brenda tuvo un accidente. Brenda tuvo un accidente."

 

Al escuchar esas palabras, sentí cómo la culpa inundaba todos mis sentidos. Mi corazón se aceleró y un escalofrío recorrió mi espalda. Si algo le pasaba a Brenda, nunca me lo perdonaría. Su hermana estaba tan afligida que no pude obtener mucha información. Sin perder un segundo, me dirigí al hospital más cercano, donde supuse que estaría.

 

Estacioné mi auto frente al hospital, con las manos temblorosas. Sabía que si Brenda estaba allí, sus padres también estarían presentes. Era un momento arriesgado, pero no podía permitir que el miedo me detuviera. Estaba dispuesto a enfrentar cualquier consecuencia, porque mi amor por Brenda era más fuerte que cualquier temor.

 

Al llegar a la sala de espera de emergencias, mi corazón latía desbocado.  Busqué con la mirada a los padres de Brenda, pregunté por Brenda. Me señalaron dónde estaban sus padres. Me acerqué con cautela, consciente de que esta noche se revelaría nuestra relación. Sentía un nudo en la garganta y mi mente se llenaba de preguntas sin respuesta.

 

La madre de Brenda me miró con ojos llenos de angustia y desesperación. Supe en ese momento que ella también estaba pasando por un tormento emocional. Me acerqué lentamente y, con voz temblorosa.

 

- Alan, ¿qué haces aquí? – preguntó su madre, confundida.

 

- Señora, por favor, dígame que Brenda está bien… dígame que no le pasó nada grave.

 

Su madre parecía alterada, apenas podía hablar entre lágrimas y sollozos mientras me daba información sobre el estado de Brenda.

 

- Ella... está en una condición muy grave, en terapia intensiva. Tuvo un accidente automovilístico y todo sucedió muy rápido. El conductor del otro auto también está grave y declaró que Brenda estaba hablando por celular. El auto se salió de control debido a la nieve y nos informaron que está en coma con lesiones en la cabeza. Estoy muy preocupada - dijo, sin poder contener el llanto. - Pero no entiendo, ¿qué haces tú aquí? ¿Cómo te enteraste?

 

Permanecí en silencio, no estaba preparado para hablar ni sabía qué decir o inventar. Sabía que si decía la verdad, me alejarían de Brenda y no podría soportarlo.

 

- Dime algo, Alan. ¿Qué está pasando? - preguntó, desesperada por obtener información.

 

- Brenda estuvo conmigo antes de su accidente - las palabras salieron de mi boca sin pensar. - Tuvimos una discusión.

 

- ¿Disculpa? ¿Qué me estás tratando de decir? ¿Ustedes estaban juntos? ¿Discutieron? ¿Estaban en la escuela? - preguntó, lanzándome varias preguntas. Solo pude negar con la cabeza a su última pregunta.

 

- ¿Entonces? Alan, por favor... no entiendo nada y necesito toda la información posible en este momento.

 

El momento de la verdad había llegado. Sabía que después de esto mi vida cambiaría en todos los sentidos, pero necesitaba decirlo, dejar de mentir.

 

- Señora... Realmente no quería que esto se supiera así. Brenda y yo tuvimos una discusión, pero también hemos estado juntos porque... - Suspiré, tomando un momento para reunir mis pensamientos.

 

- ¿Por qué?... por favor, Alan, dime algo - suplicó su madre.

 

- Porque estamos enamorados... somos novios - confesé, esperando su reacción.

 

La reacción de su madre fue peor de lo que imaginé. Cubrió su boca con las manos y me miró con odio... y la comprendía, también me odiaba a mí mismo.

 

- ¿Me estás diciendo que tú... tú eres el chico del que mi hija está enamorada? ¿La novia que tanto ocultabas... era mi hija?

 

Mis palabras se atascaron en mi garganta mientras asentía con la cabeza, sintiendo un nudo de nerviosismo y culpa apretándome el pecho.

 

- ¿Cómo pudieron engañarnos todo este tiempo? ¡Yo confié en ti! ¡Sabes que eso es ilegal! ¿Sabes que podríamos demandarte por eso?

 

Intenté encontrar las palabras adecuadas para explicar la situación, para calmar su ira y su dolor.

 

- Señora, por favor, déjeme explicarle todo. Conocí a su hija al comienzo del año escolar, pero ninguno de los dos sabía que yo sería su profesor y ella mi alumna... Fue solo una coincidencia, un giro inesperado del destino.

 

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras me miraba con una mezcla de incredulidad y furia.

 

- ¿Qué le hiciste para que pelearan y tuviera este accidente? - me interrumpió sollozando, su voz quebrada por la angustia.

 

El peso de la culpa me golpeó con fuerza, sintiéndome responsable por el dolor que su hija estaba atravesando.

 

- No intentaba lastimarla, nunca fue mi intención que saliera lastimada. No quería hacerle daño, solo espero que ella esté bien. - Mis palabras salieron temblorosas, cargadas de arrepentimiento y amor por Brenda.

 

Las cosas tomaron un giro aún más oscuro cuando me percaté de que el padre de Brenda estaba detrás de mí, su presencia silenciosa confirmaba que había escuchado cada palabra de nuestra conversación.

 

Un escalofrío recorrió mi espalda mientras me enfrentaba a su mirada llena de ira y decepción. Sabía que no había forma de escapar de la situación, que tendría que enfrentar las consecuencias de mis acciones.

 

- ¿QUÉ LE HICISTE A MI HIJA? - gritó, su voz llena de rabia y desesperación. - Todo lo que escuché es verdad.

 

Me quedé sin palabras, sintiendo el impacto de sus palabras y el miedo que se apoderaba de mí. Me sentía indefenso y culpable, deseando poder retroceder en el tiempo y cambiar las cosas.

 

- No intentaba herirla, nunca fue mi intención que saliera lastimada. No quería hacerle daño, solo espero que ella esté bien - repetía. - Yo amo a su hija... - mi voz quebrada por el llanto y el remordimiento.

 

Eso fue suficiente. Fue suficiente con decir que la amaba para sentir el puño de su padre golpeando mi rostro. Estaba a punto de recibir otro golpe cuando comenzaron a gritarnos y a separarnos...

 

 

- ALÉJATE PARA SIEMPRE DE MI HIJA - gritó. - No te atrevas a acercarte a ella. Puedo acusarte y tendrás problemas legales por involucrarte con una menor. ¿Entendiste?

 

Mi boca estaba ensangrentada, tal vez merecía el castigo, pero mi mayor temor era el bienestar de Brenda. En ese momento, una enfermera se acercó, implorando que detuviéramos la pelea y nos alejáramos del caos emocional que habíamos creado.

 

- Por favor, estamos en el hospital. No está permitido gritar ni pelear aquí. Necesito que se retiren - dijo, tomando mi brazo y guiándome hacia la salida mientras aún podía escuchar los sollozos desgarradores de los padres de Brenda.

 

Mi mente estaba llena de preocupación y angustia mientras la enfermera me llevaba lejos de la confrontación. Necesitaba desesperadamente saber sobre el estado de Brenda, así que reuní el coraje para preguntarle a la enfermera.

 

- Señorita, por favor, soy el novio de la chica que tuvo el accidente. Necesito saber si estará bien - dije con desesperación, buscando desesperadamente respuestas.

 

- Lo siento, pero solo se proporciona información a los familiares directos - respondió mientras llegábamos a la puerta de salida. - Ahora, por favor, retírese.

 

Sentí cómo la preocupación y la impotencia me consumían. No me permitirían saber nada sobre el estado de Brenda ni estar cerca de ella. Necesitaba estar a su lado, verla, tenerla en mis brazos.

 

Salí de la sala de emergencias, pero me quedé en mi auto en el estacionamiento, esperando desesperadamente noticias sobre ella. Pasé toda la noche sin dormir, anhelando cualquier información que pudiera obtener, pero sabía que era peligroso acercarme.

 

Eran las 6 de la mañana cuando vi a sus padres salir del hospital en su auto, sin Brenda. Aproveché la oportunidad para entrar al hospital y preguntar por ella.

 

Allí estaba la enfermera que nos había separado anteriormente.

 

- Disculpe, necesito que me diga cómo está Brenda Brown - le pedí con ansiedad.

 

- Lo siento, señor, pero sus padres solicitaron que no proporcionemos información - respondió la enfermera.

 

- Señorita, por favor, ayúdeme. Estoy desesperado, la amo, ella es mi vida. Necesito saber cómo está, me siento culpable... le suplico - dije casi arrodillándome frente a su escritorio, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar.

 

La enfermera pareció comprender mi angustia y la gravedad de la situación.

 

- Mire, joven, le diré solo si me promete que se irá. Es muy peligroso que los padres de ella lo encuentren aquí. Han dado órdenes explícitas y si se enteran de que le di información, puedo perder mi empleo. ¿Está claro?

 

- Sí, sí, está muy claro... dígame cómo está y después me iré - respondí, con un suspiro de alivio ante su compasión.

 

La enfermera sacó una carpeta de su escritorio y, con sumo cuidado, abrió el expediente de Brenda. Sus ojos recorrieron las páginas mientras yo esperaba con el corazón en un puño. Finalmente, ella levantó la mirada y suspiró antes de compartir la información que tanto ansiaba.

 

- No quiero darte esta noticia de esta manera, pero es importante que sepas la verdad. Tu novia se encuentra en estado crítico, aún está en coma debido a una grave lesión en la cabeza. Los médicos están haciendo todo lo posible, pero su respuesta es limitada... Sin embargo, quiero que tengas esperanza. Brenda es joven y fuerte, y aunque el camino hacia la recuperación será difícil, debemos aferrarnos a la posibilidad de que se recupere - dijo la enfermera, su voz cargada de compasión y empatía.

 

- Ahora debes irte - dijo la enfermera con una mezcla de compasión y firmeza en su voz.

 

Mis piernas temblaron y me apoyé en la pared más cercana para mantenerme en pie. Los latidos de mi corazón retumbaban en mis oídos mientras luchaba por asimilar la gravedad de la situación. Brenda, la persona que significaba todo para mí, estaba en coma y su vida pendía de un hilo.

 

Agradecí a la enfermera con un nudo en la garganta y salí del hospital con paso tambaleante. Regresé a mi departamento, donde cada rincón parecía susurrar el eco de los momentos compartidos con Brenda. Me encontré inmerso en una tormenta de emociones, una mezcla abrumadora de culpa, tristeza y desesperación.

 

La ira y la frustración se apoderaron de mí, y comencé a maldecir todo a mi alrededor. Me maldecía a mí mismo por haber caído en la trampa de Laura, por no haber protegido a Brenda de los peligros que la acechaban. Maldecía el hecho de que Laura hubiera entrado en nuestras vidas y provocado esta tragedia. Maldecía a los padres de Brenda por sus decisiones y acciones que habían contribuido a este caos. Maldecía mi propia existencia y cada aspecto de mi vida que me había llevado a este punto oscuro y desesperado.

 

En un arrebato de impotencia, comencé a lanzar objetos sin rumbo fijo. El desorden se apoderó de mi hogar, reflejando el caos interno que me consumía. Cada objeto roto parecía un eco de mi corazón destrozado.

 

Mi departamento se convirtió en un recordatorio constante de lo que había perdido. Cada habitación estaba impregnada de recuerdos de Brenda: su risa contagiosa, su suave presencia en mi cama. Era como si estuviera atrapado en un sueño oscuro, donde la felicidad que habíamos compartido se desvanecía ante mis ojos.

 

Agotado y con el alma en pedazos, me dirigí al baño en busca de un respiro. Pero incluso el agua que caía sobre mi cuerpo no podía apaciguar el dolor que me atravesaba. Solo el calor reconfortante de los brazos de Brenda podría calmar mi mente atormentada.

 

Un inesperado golpe en la puerta interrumpió el caos de mis pensamientos. Una estúpida idea cruzó mi mente, esperando que fuera Brenda con su sonrisa encantadora. Pero mis esperanzas se desvanecieron rápidamente cuando me encontré con un hombre vestido con traje formal, parado frente a mí.

 

Su voz ronca resonó en el silencio del apartamento mientras exclamaba:

 

- Disculpe, ¿es usted Alan Freeman?

 

Mi corazón se aceleró, lleno de incertidumbre y temor. Lentamente, asentí y respondí con cautela:

 

- Sí, soy yo. ¿Pasa algo?

 

El hombre se presentó como el abogado de la familia Brown y, sin rodeos, me entregó una orden que me exigía alejarme de Brenda y renunciar a mi empleo. Sus palabras resonaron en el aire, dejándome atónito y confundido.

 

- Soy el abogado de la familia Brown. Lo que traigo aquí es una orden en la que usted se compromete a alejarse de la señorita Brown y renunciar a su empleo... de lo contrario, se tomarán medidas adicionales - dijo el abogado, sin rodeos.

 

- ¿Qué? - balbuceé, luchando por encontrar las palabras adecuadas para expresar mi incredulidad.

 

El abogado mantuvo la compostura y continuó:

 

- Comprendo que esto pueda ser abrumador, pero le insto a que considere la gravedad de la situación. Firmar este documento y alejarse de los problemas es lo mejor para todos. Meterse con una menor es un asunto serio y puede tener consecuencias legales significativas.

 

Mi mente se llenó de una mezcla de emociones. Sentí la ira y la determinación arder en mi interior mientras respondía con voz firme:

 

- Esto no se quedará así. También tengo abogados y no permitiré que nadie me aleje de Brenda.

 

El abogado me miró con una mezcla de seriedad y advertencia:

 

- Entiendo su posición, pero le aconsejo que piense detenidamente. Si decide complicar las cosas, está en su derecho de buscar asesoramiento legal. Sin embargo, le insto a que considere las implicaciones de sus acciones.

 

Permanecí en silencio, sin encontrar las palabras adecuadas para responder.

 

- Bueno, mi única tarea aquí es entregarle el documento. No tiene que entregármelo hoy, tiene hasta mañana. Y ni siquiera tiene que dármelo a mí, puede entregárselo a sus padres... buenas tardes - concluyó el abogado antes de marcharse.

 

En ese momento, Laura irrumpió en el apartamento, trayendo consigo una nueva ola de tensión. Sentí una mezcla de molestia y frustración al verla allí, sin comprender que ya no quería tener nada que ver con ella.

 

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Capítulo 54: Una Pesadilla

 

Narrador

 

En la residencia Brown, la ansiedad se apoderaba de Ingrid mientras daba vueltas de un lado a otro. Finalmente, la puerta se abrió y sus padres entraron, pero sus rostros reflejaban una sombría tristeza.

 

- Mamá, Papá, qué alivio que han llegado. ¿Cómo está Brenda? - preguntó Ingrid con voz temblorosa.

 

Los ojos de sus padres se encontraron, incapaces de encontrar las palabras adecuadas.

 

- ¿Qué sucede? ¿Por qué se miran así?- inquirió Ingrid, sintiendo cómo la preocupación se convertía en angustia.

 

La madre no pudo contener las lágrimas, mientras que el padre permanecía en silencio.

 

- ¿Qué ocurre? ¿Por qué mamá llora de esa manera? - preguntó Ingrid desesperada - POR FAVOR, DÍGANME CÓMO ESTÁ BRENDA - exclamó con desesperación.

 

- Tu hermana está en coma, hija. Los médicos hablan de una fuerte lesión en la cabeza - dijo la madre con la voz entrecortada. El padre, en silencio, abrazaba a su esposa tratando de encontrar consuelo en medio de la desolación.

 

Ingrid se quedó pálida como un fantasma, paralizada por la impactante noticia. No podía creer lo que acababa de escuchar, pero finalmente encontró la voz para expresar su dolor.

 

- No, no puede ser verdad... Díganme que esto es solo una pesadilla - susurró con la voz quebrada.

 

Los padres, exhaustos emocionalmente, negaron con la cabeza sin fuerzas para pronunciar palabras. Se abrazaron nuevamente, dejando que las lágrimas fluyeran en silencio. Ingrid, separándose de ellos y secando sus propias lágrimas, logró articular unas palabras más.

 

- Por cierto, el profesor de... - tartamudeó - el profesor de literatura de Brenda estuvo aquí. No sé cómo se enteró, pero me imagino que ya toda la escuela debe saberlo - dijo sollozando.

 

Los padres se miraron entre sí, desconcertados por la noticia adicional. Ingrid captó su expresión y comprendió que la tragedia de Brenda se había extendido más allá de los límites de su familia.

 

- ¿Qué pasa ahora? ¿Hay peores noticias? - preguntó Ingrid, con temor en su voz.

 

- Hija... Alan se presentó en el hospital y nos confesó todo - dijo su madre, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

 

- ¿Confesó qué? - inquirió Ingrid, sintiendo un nudo en el estómago.

 

La madre tragó saliva antes de responder.

 

- Al parecer... él y Brenda tenían una relación romántica.

 

- ¿Una relación romántica? - repitió Ingrid, atónita.

 

- Sí, hija. Parece ser que estaban juntos antes de que Brenda tuviera el accidente. Tuvieron una discusión... y según Alan, Brenda estaba hablando con él por teléfono mientras conducía. El otro conductor declaró que ella venía hablando por celular.

 

- Esto es demasiado... por favor, díganme que es una broma - suplicó Ingrid, con incredulidad. - Brenda es menor de edad y Alan es su profesor... esto no puede ser real.

 

Los padres se miraron a los ojos, compartiendo la angustia de su hija. Asintieron en silencio, confirmando con gestos lo que no podían expresar con palabras. Ingrid se quedó sin habla, sin saber cómo procesar toda la información. Mientras sus padres se retiraban a descansar, ella decidió investigar en la habitación de Brenda, en busca de alguna pista que pudiera ayudarla a entender lo que acababa de descubrir. Fue entonces cuando encontró un libro sobre la mesita de noche de su hermana, con una dedicatoria en la portada.

 

"Este es el primer libro que escribí. Espero que cuando lo leas, pienses en mí con amor... Alan Freeman".

 

Ingrid se quedó paralizada al leer esas palabras, su mente llena de emociones encontradas.

 

Entonces es verdad - pensó, sintiendo cómo su mundo se desmoronaba a su alrededor.

 

Ingrid revisó el libro y encontró un papel con una dirección, el número de piso y el departamento. En la parte de atrás, había un mensaje que decía "mi amor" con corazones. Decidió seguir la pista y se dirigió al edificio indicado.

 

Al llegar, intentó subir por el ascensor, pero estaba fuera de servicio. No se dejó desanimar y subió por las escaleras hasta llegar al departamento señalado en el papel. Para su sorpresa, la puerta estaba entreabierta y pudo escuchar una discusión acalorada que provenía del interior.

 

- ¿Qué haces aquí, Laura? ¿Por qué viniste? - preguntó Alan, con frustración en su voz.

 

- Necesitaba hablar contigo - respondió Laura, intentando mantener la calma.

 

- No tengo nada que hablar contigo después de lo que hiciste. Lárgate de mi departamento - exclamó Alan, con ira evidente en su tono.

 

Ingrid se quedó afuera del departamento, escondida, tratando de entender la situación. Escuchó sus voces llenas de resentimiento y confusión.

 

- Pero Alan, tienes que entender que lo hice por tu bien - intentó explicar Laura, con un dejo de tristeza en su voz.

 

- Por mi bien - interrumpió Alan, sarcástico - ¿Alejarme de la mujer que amo te parece que fue por mi bien?

 

- Ella es una adolescente y tú eres su maestro - argumentó Laura, buscando justificar sus acciones.

 

- Lárgate - dijo Alan, con determinación - Jamás te perdonaré por eso.

 

- ¿Qué pasa? ¿La niñita no te dejó hablar? - dijo Laura con una risa irónica - Parece que no tiene la madurez suficiente para escuchar. ¿Se encerró en su habitación a llorar?

 

Cuando Laura pronunció esas palabras, Alan se enfureció tanto que sintió un impulso incontrolable de golpearla. Ingrid, que estaba escuchando todo desde afuera, transformó su expresión de confusión en odio. Sin pronunciar una palabra, entró silenciosamente al departamento, sin hacer ruido. Aún no sabía qué iba a decir, pero cuando se colocó detrás de Laura, Alan la miró sorprendido. Laura notó la expresión de sorpresa en el rostro de Alan y se volteó, encontrándose cara a cara con Ingrid, quien la miraba con intensa hostilidad.

 

- ¿Y tú quién eres? - preguntó Laura con altanería.

 

Ingrid no respondió, simplemente la miró con odio en sus ojos.

 

- ¿Qué te pasa? ¿Por qué me miras así? - cuestionó Laura, confundida por la intensidad de la mirada de Ingrid.

 

En ese momento, la mano de Ingrid se estrelló contra la mejilla de Laura en una bofetada sonora que le volteó el rostro, dejando una marca roja en su piel. Incluso a Ingrid le sorprendió la fuerza del golpe, pero no se arrepintió en absoluto.

 

Laura rápidamente llevó su mano a su mejilla y se quejó:

 

- ¿Qué te pasa? ¿Estás loca o qué? - dijo, frotando su mejilla adolorida.

 

Finalmente, Ingrid encontró su voz y pudo hablar.

 

- ¡MI HERMANA ESTÁ INTERNADA... ESTÁ GRAVE POR TU CULPA! - gritó Ingrid, con una mezcla de dolor y rabia en su voz.

 

Laura quedó paralizada, sin esperar escuchar esas palabras, pero aún así, tuvo que preguntar.

 

- ¿Tu hermana? ¿Y quién es tu hermana? - preguntó, sospechando la respuesta.

 

- No te hagas la inocente conmigo... sabes muy bien quién es mi hermana. Pero por si no lo sabes, mi hermana es Brenda Brown - dijo Ingrid, con una mezcla de tristeza y rabia en sus palabras.

 

Laura intentó justificarse, pero Ingrid no le dio oportunidad de hablar. La llenó de insultos merecidos y se preparaba para golpearla nuevamente, pero Alan intervino y sujetó a Ingrid.

 

- Por favor, cálmate - dijo Alan, sujetándola con firmeza - Vete de aquí, Laura - ordenó, mirando a Laura con determinación.

 

Laura salió corriendo, frotándose la cara mientras el dolor de la bofetada de Ingrid aún la atormentaba. Alan se quedó junto a Ingrid, intentando calmarla y preocupado por su estado. Una vez que Ingrid logró calmarse, Alan le preguntó con curiosidad:

 

- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste dónde vivo?

 

Ingrid sostuvo el papelito que había encontrado en el libro con dedicatoria en la habitación de su hermana y respondió:

 

- Encontré esto en un libro, con una dedicatoria para mi hermana.

 

Alan se quedó sin palabras, sin saber cómo reaccionar. Ingrid suspiró, mostrando su confusión, y expresó su deseo de entender lo que había sucedido:

 

- Quiero comprender todo esto... quiero saber cómo empezó todo, quiero saber si realmente eres el villano o si la verdadera villana es esa estúpida que salió de aquí.

 

Alan quedó momentáneamente paralizado, pero luego invitó a Ingrid a sentarse y comenzó a contarle toda la historia en detalle, sin ocultar nada.

 

Ingrid seguía confundida, pero no pudo evitar notar cómo los ojos de Alan brillaban cada vez que mencionaba a su hermana. Sin saber qué decir en ese momento, decidió retirarse y se marchó.

 

Alan quedó sumido en sus pensamientos, tomando nuevamente el documento que le había entregado el abogado, reflexionando sobre todo lo sucedido.

  • Autor: Reb Liz (Offline Offline)
  • Publicado: 14 de enero de 2024 a las 10:21
  • Comentario del autor sobre el poema: Queridos lectores Es un honor compartir con ustedes esta historia que ha nacido desde lo más profundo de mi corazón. Cada palabra, cada personaje y cada emoción plasmada en estas páginas ha sido creada con amor y dedicación. Espero que al sumergirse en estas letras encuentren momentos de alegría, inspiración y conexión. Mi mayor deseo es que esta historia toque sus corazones y les brinde un escape a un mundo lleno de emociones y posibilidades. Agradezco de todo corazón su apoyo y compañía en este viaje literario. Sin ustedes, mis queridos lectores, estas palabras no tendrían sentido. Espero que disfruten de esta aventura tanto como yo disfruté escribiéndola. Con gratitud.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 4
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