En la alcoba se notaba
una relajada y embrujada calma
con reflejos en el cristal de la ventana,
de una concentración pigmentaria de estrellas
que sutilmente iluminaban en la noche
nuestra secreta morada.
Dos vasos de vino sobre la mesa
y una botella casi vacía,
restos de comida
y un profiláctico en la bolsa de basura,
el teléfono descolgado
y los móviles de bolsillo apagados.
Y en la cama tu espléndida estampa
sobre las sábanas blancas;
dónde tú..., la domadora de mi fiera brillabas,
mostrándome a media luz las dunas de tu hermosura,
¡Qué excitación contemplarte!
mientras yo quemaba mi último cigarrillo de la noche.
Al cabo de las horas enamoradas...
los primeros escarceos del sol de la mañana
se posaron sobre la posición resplandeciente de tu belleza,
y el cálido despertar nos encontró en la cama
melodiosamente entrelazados.
Buenos días amor. ¿Te pongo un café?.
- Autor: el brujo de letziaga (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de enero de 2024 a las 07:12
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, Alexandra L, jvnavarro
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