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Querías que te escribiera algo.
Siempre habías dicho —¡Intenta, a ver qué te sale!
Pero no sabías, mi amor, que yo solo escribo en la ausencia.
La permanencia se me fue muriendo cuando dejé de regarla.
Querías que te escribiera algo y pues bien, estás el día de hoy aquí conmigo desde tu lejanía.
Tú permanecía la he dejado dormir como bebé recién destetado.
Y con qué más queres que te compare.
Si me salís en todas partes.
Desde la esquina de la pared hasta en el aire que sale de la ventana que mira al cafetal durmiente de la zona.
Y que más querés.
Si te dije, así no puedo y hallaste la manera de verte envuelto aquí conmigo no estando.
Atrapado en la alfombra y en la pipa de al lado y en el libro que me hace eco. 
En la bocina que rebota a Sabina y en un buen palabrerío que pudieran estarte esperando.
Pero me encontraste cansada y era tarde.
Y dijiste bromeando con tu risita perfecta —Escribí algo.
Pero yo sabía, mi amor, que la estirpe de mi ocupación, maravilla en un principio, hasta que la gente se da cuenta de que uno es tan igual a lo igualado.
Una a veces en la estirpe de su especie deslumbra rápidamente, pero rápidamente aburre.
Así que por eso una en su estirpe de especie prefiere escribir en la ausencia.
Y aquí me tenés, 
Pensándote más de lo que tenía previsto cuando te tuve que decir adiós.