ASI ES MI AMADO… 

alicia perez hernandez



ASI ES MI AMADO… Espiritual 

Yo dormía, pero mi corazón velaba

como doncella, que espera al novio

lo llame y, no respondió,

lo busqué  y, no lo hallé, 

esperé hasta la vigilia de la noche.

Me  he desnudado de mi ropa; ¿Cómo me he de vestir?

lave mis pies, ¿Cómo los he de ensuciar?

mi corazón se conmovió dentro de mí…

 

Pero mi amado se asomó por la ventana,

y me llegó olor a nardos  y azafrán,

y me dijo; ven conmigo para desposarte,

y comas conmigo mi pan y miel de higo

me levanté para abrir a mi Amado

y  mis manos, gotearon mirra.

 

Y  mis dedos mirra, que corría, sobre el cerrojo

y abrí yo a mi Amado; pero mi Amado se había ido

y tras su hablar salió mi alma,

lo busqué  y no lo hallé, lo llamé y no respondió

me hallaron los guardas de la ciudad, y me golpearon

me dejaron herida, y me despojaron, de mi manto

y nadie me levantó,  ni me curó…

 

Y me preguntaron ¿Quién es tu Amado?

mi Amado es blanco y rubio, señalado entre diez mil,

su cabeza, como oro finísimo, sus cabellos crespos,

negros como el cuervo, sus ojos como de palomas,

junto a arroyos de aguas, que se lavan con leche,

y a la perfección colocados,

sus mejillas, como una Hera, de especies aromáticas,

como fragantes flores,

sus labios como mirra, que destilan mirra fragante

sus manos, como anillo de oro engastado de jacintos;

su cuerpo, como claro marfil, cubierto de zafiros.

sus piernas, como columnas de mármol fundadas,

sobre basas de oro fino;

su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros

su paladar, dulcísimo,  y todo el codiciable,

así es mi Amado, buscadle, así le halláis,

házmelo saber, para ir…  tras el, porque es mi Amado

 

 Mi amado es mío, yo soy suya… El es mi señor Jesucristo

Versos tomados del libro Cantar de los cantares...

 

Alicia Pérez Hernández... México 

No es la pluma la que escribe, es el alma

Todos los derechos reservados©

Yo ya me despedía.... y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
“Hasta mañana”, susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.

Salí a la calle alborozadamente
mientras tú te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera
y aún más te sonreí... Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso:

“Perdóneme, señor, esta alegría”.

EL PRIMER BESO... Amado Nervo

 

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