Cuando llegue el final de nuestros días,
quiero que juntos forjemos un suspiro
y lo proscribamos y al instante mismo que yo muera
y tú mueras que finiquitemos las fierezas,
la vida en separarnos se ensañó
férvidamente pero fracasó en su intención
de lograr que dejáramos de amarnos,
no hubo estratagema contra la ternura
que nuestras almas enarbolaron, sólo el Amor
consintió a los sentimientos en su impasibilidad…
Que una misma tumba sea la tumba de los dos,
porque persistimos en la vitalidad de una voz,
la tuya o la mía, por los arrebatos que se yerguen
emanando de cada corazón… ni un adiós
pudo jactarse de obtener el triunfo;
no hay más un ayer ni un hoy ni un mañana,
que la magia del amor es quien sale con la victoria,
sólo hay destellos de eternidad que se exultan
alimentándose por las ansias en su vivacidad de percibirte
con los ojos, con las manos, con el alma...
inmensamente con el deseo de resguardarte
en mi ser para que beses a mis pensamientos,
mientras se apacigua la vehemencia de los sentimientos
en una serenidad sin muerte y en sublimación.
- Autor: GDA ( Offline)
- Publicado: 24 de enero de 2024 a las 18:25
- Categoría: Amor
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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