Como una joven que anhela ser escritora, no me considero una poeta, simplemente soy una chica que plasma en papel sus pensamientos y vive cada palabra que escribe. Busco un lugar fértil donde sembrar semillas de amistad y cosechar la más pura felicidad. En cada línea, deseo transmitir emociones profundas y despertar los corazones de quienes me lean. Uniendo nuestras almas a través de la tinta, crearemos un vínculo eterno. Juntos, crearemos un mundo donde la amistad florezca y la felicidad sea nuestra cosecha. ¡Únete a mí en esta maravillosa aventura literaria!
Capítulo 17: Primera Vez
Narra Mía
Axel me tomó de la cintura y me levantó. Yo apoyé mis piernas en su cadera mientras alborotaba su cabello. Me llevó cargando hasta una habitación, pero no tuve tiempo de fijarme en los detalles de la decoración. Solo supe que había una cama sobre la cual Axel me acostó delicadamente. Dejó caer su cuerpo suavemente sobre mí y me miró a los ojos.
- ¿Estás segura? - preguntó casi suplicando, esperando una respuesta positiva.
- Completamente - respondí sonriendo.
Pasó de besar mi boca a besar mi cuello y me causaba escalofríos. Besaba mi clavícula y yo continuaba jugando con su cabello. Él comenzó a bajar y yo no dejaba de suspirar. Después regresó y volví a besarlo.
Me giró suavemente y quedé encima de él. Me encontré con una mirada provocadora pero dulce. Puso su mano en mi espalda y me acercó hacia él. Nos fundimos en un beso tan profundo. Comencé a besar su cuello mientras escuchaba cómo él gemía. Empecé a darle pequeños besos en su pecho, sintiendo así su corazón latir. Esa melodía que aceleraba con cada beso que dejaba en su cuerpo. Todo mi cuerpo lo llenó de dulces caricias, exaltándome y haciéndome desear que este momento fuera eterno. Solo estábamos él y yo, incluso nuestra ropa ya quedaba de más en esta situación.
Él hizo un giro nuevamente y yo volví a estar debajo. Después se detuvo inclinándose levemente en la mesita que estaba junto a la cama y del cajón sacó un preservativo. Vi cómo lo usaba y presa del miedo, temblé. Él se dio cuenta y se detuvo, preguntándome si estaba segura.
- ¿Quieres que me detenga? – Preguntó suspirando.
- No - respondí con seguridad.
- ¿Segura? Mira que si empiezo no me detendré – Dijo suspirando.
- No quiero que te detengas – Afirmé suspirando.
Se colocó encima de mí y me miró a los ojos, como si me pidiera permiso. Yo le sonreí y finalmente él me poseyó. No dejé de suspirar y en ese momento sentí que realmente le pertenecía. Comenzó a moverse un poco más rápido, pero era muy delicado, como si no quisiera lastimarme, como si fuera a romperme.
Ambos olvidamos el tiempo y solo nos concentramos en ser uno solo.
- Axel, te amo, te amo y siempre lo haré - suspiré.
- Este día será nuestro - suspiró él.
Los vidrios se empañaron y esa noche ambos éramos uno solo.
Estuvimos así un buen tiempo hasta que ambos terminamos. Me recosté en el pecho de Axel.
- Debe de ser un total cliché esta posición, yo recostada en tu pecho desnudo, cubiertos por la sábana - dije mientras besaba su pecho y él acariciaba mi cabello. Sí, un completo cliché.
- Fue muy lindo, Mía - esa expresión bastó, Axel no tuvo que decir más.
Después comprendí que no solo había tenido sexo por primera vez, sino que Axel me había hecho el amor.
Desperté y recordé lo que había pasado la noche anterior. Noté que estaba en la cama de aquella cabaña y llevaba puesta la camisa de Axel. Él, quien me había hecho pasar una de las mejores noches de mi vida. Recordé eso y no pude evitar sonreír como una estúpida.
Giré un poco y ahí estaba a mi lado, en la misma cama. Aún estaba dormido y puedo asegurar que verlo dormir era una de las mejores cosas que podía ver. Me dio tanta ternura que comencé a besar su frente, su pecho y a darle pequeños besos en su boca. Él despertó sonriendo.
- Buenos días, hermosa. Qué encanto despertar así - dijo Axel.
- Buenos días, Axel. ¿Cómo dormiste? - pregunté.
- Excelente, gracias a ti, hermosa... No sabes lo hermosa que te ves después de despertar. Pagaría millones por ver esto todas mis mañanas - respondió él.
Esas palabras hicieron que me sonrojara. Definitivamente, me entregué al hombre que amo. No pude resistirme y le di otro beso.
- ¿Axel? - pregunté.
- Dime - respondió él.
- Esta cabaña, ¿es tuya o de quién es? - pregunté.
- Esta cabaña es mía, amor... o mejor dicho, nuestra. La compré para nosotros - respondió Axel.
Sus palabras me provocaron volver a besarlo.
- Estoy hambrienta - dije besándolo.
- Yo también tengo hambre. Vamos a la cocina, te cocinaré algo - propuso él.
- Primero quiero bañarme - dije levantándome de la cama.
Me fui al baño y mientras me bañaba, estaba lavando mi cabello y tenía jabón en los ojos, por lo cual no veía nada. De pronto, sentí unas manos que rodeaban mi cintura. Identifiqué las manos de Axel y dejé que me rodeara.
- ¿Nos bañamos juntos? - preguntó con un susurro que me hizo estremecer.
Hice un giro y él quedó contra la pared. Lo besé.
- Hazme tuya otra vez - susurré en su oído.
- Tus deseos son órdenes - respondió él, besándome.
Axel me tomó en sus brazos y me cargó mientras rodeaba mis piernas alrededor de sus caderas. Me apoyó contra la pared y comenzó a besar mi cuello, mientras yo jugaba con su cabello mojado por el agua de la ducha. Sus labios bajaron a mi pecho, mientras yo besaba su cuello. Nuestros gemidos se mezclaban y sentía cómo recorría todo mi cuerpo con sus besos. Luego volvió a mi boca y nos besamos apasionadamente. Axel me miró a los ojos y supe que me pedía permiso. Sonreí y él me hizo suya nuevamente, moviéndose con delicadeza como si fuera una muñeca de porcelana.
Estuvimos así un buen rato hasta que terminamos.
- Eso fue increíble, Axel - dije con una sonrisa.
- Fue maravilloso, mi amor - respondió él mientras me besaba.
Terminamos de bañarnos juntos y fuimos a la cocina. Preparamos el desayuno juntos durante 15 minutos, entre bromas y besos robados.
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Capítulo 18: Cuento de hadas
Narra Axel
Lo que sucedió anoche y esta mañana fue hermoso. Tener a la mujer que amo en mis brazos y hacerla mía me hace sentir tan feliz y bien. No tengo dudas de que ella será mi futura esposa, aunque tenga que esperar a que termine sus estudios primero.
Mientras desayunábamos, todo era perfecto. Nunca me sentí tan amado como cuando estoy con ella. Mía tiene algo que ninguna otra mujer tiene: es pura, dulce y sencilla. Lo mejor de todo es que sus sentimientos son sencillos, y eso es lo que siento cuando estoy con ella.
Después de desayunar, ella me propuso que fuéramos a caminar un rato antes de volver a la realidad, donde solo somos director y alumna.
Caminábamos tomados de la mano en silencio, hasta que ella rompió el silencio y me preguntó.
- ¿Axel? - preguntó ella.
- Dime, amor - respondí.
- ¿Te gustaría tener hijos algún día? - me preguntó.
- Me encantaría - respondí emocionado.
- ¿De verdad? - preguntó ella.
- Sería un sueño... especialmente si tú eres la madre de mis hijos - dije llevando su mano a mi boca para besarla - ¿Y a ti te gustaría ser mamá?
- Sí - dijo ella entusiasmada - y déjame decirte que realmente te veo como el padre de mis hijos.
- Mi amor - dije emocionado y luego la besé.
Luego, ella se separó ligeramente de mis brazos.
- ¿Una carrera hasta el lago? - dijo sonriendo.
- Bueno, pero el que llegue último ¡pierde! - respondí.
- No te dejaré ganar - sonrió - ¿Y cuál es el premio para el ganador?
- Si gano, me tendrás que dar todos los besos que quieras, y si pierdo, pues no me puedo quejar - dije sonriendo.
- Eres un tramposo - sonrió.
- Por ti haría cualquier cosa - la besé.
- Hecho - dijo ella tomando mi mano - ¡Vas a perder!
- Eso ya lo veremos... ¿Preparada? - pregunté.
- ¡Lista! - dijo ella sonriendo.
- ¡Ya! - dije y comenzamos a correr.
Pasamos horas riendo, besándonos y jugando como niños de 8 años. Comimos cerca de un restaurante que estaba cerca de ahí hasta que llegamos nuevamente a la cabaña.
- ¡Qué cansancio! - dijo ella y se acostó en la alfombra en frente de la chimenea.
- Sí, hoy fue uno de los mejores días de mi vida - dije acostándome a su lado.
- ¿Qué hora es? - preguntó ella acurrucándose en mis brazos.
Miré mi reloj.
- Son las 3 de la tarde.
- ¡Tardamos tanto! - dije provocando una sonrisa en Axel.
- Sí... pero valió la pena - respondió él.
- Esto parece un cuento de hadas, me encantaría que fuera así cada fin de semana - dije con una sonrisa.
- Desafortunadamente, no podemos hacerlo con tanta frecuencia o alguien podría sospechar - dije bajando la mirada.
- Lo sé... no quiero que tengas problemas por mi culpa - dijo ella apoyando su cabeza en mi pecho.
- Mía, ¿recuerdas que te dije que haría cualquier cosa por ti? - ella asintió con la cabeza - Pues por ti, renunciaría a mi puesto de director.
- No digas tonterías...
- No es ninguna tontería... hablo en serio. Si ya no soy tu director, no habría nada que nos separe.
- ¡No lo hagas! Tú amas ser director. Si harías cualquier cosa por mí... Espérame, espera a que termine mis estudios y así podremos estar juntos solo tú y yo. No me gustaría que el futuro padre de mis hijos renuncie al empleo que lo hace feliz.
- ¡Te amo! Simplemente elegí a la chica correcta, quien mejor que tú para ser la madre de mis hijos - dije y no pude resistir las ganas de besarla.
- Yo te amo más - dijo ella con ese brillo en los ojos que me enamora más - Me gustaría que esto durara para siempre, me gustaría tener muchos hijos contigo, verlos crecer a tu lado y cuando ellos crezcan poder tomar tu mano y envejecer contigo. Mi sueño es estar contigo hasta que los dos seamos viejitos y alguno de los dos se vaya primero, y cuando eso pase, extrañarnos hasta que nos volvamos a encontrar.
Esas palabras me encantaron, me hicieron sonreír como un estúpido. Nunca nadie me había hablado con tanto amor. Esta chica tenía la facilidad de enamorarme más cada minuto.
No se me ocurría qué decir, estaba emocionado con sus palabras. Lo único que pude hacer fue besarla.
Estábamos besándonos, todo se intensificaba hasta que ella se separó ligeramente de mis brazos.
- Deberíamos irnos... Manuel nos debe estar esperando y tu hermana ya debe estar molesta por la demora.
- Si no hay más remedio - dije haciendo pucheros.
Me levanté y la ayudé a levantarse a ella. Luego, cargué todo lo que trajimos en el auto. Obviamente, no iba a dejar que Mía cargara nada. Sus manos eran tan delicadas que no quería que hiciera fuerza.
- ¿Axel? ¿Vienes mucho a esta cabaña?
- No, la compré hace poco... para nosotros.
- ¿De verdad?
- Claro... si quieres podemos venir después de casados.
- Me encanta que digas esas cosas - dijo sonriendo.
- Vamos - dije abriendo la puerta del auto.
Subimos al auto y nos fuimos. Durante el trayecto, me fue imposible borrar la sonrisa de mi cara.
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Capítulo 19: Soy su Novia
Narra Mía
Después de un silencio, viajamos comunicándonos con nuestras miradas hasta llegar a casa de Axel.
- Hola, Jessica, ¿estás aquí? - preguntó Axel.
- ¿Manuel? ¿Dónde estás, hermanito? - Pregunté.
- Parece que no hay nadie - dijo Axel con una sonrisa pícara.
- Al parecer, tu hermana aún no ha llegado - añadí.
- Bueno, si pregunta, llegamos temprano - respondió Axel.
- Entonces, ¿estamos solos? - pregunté con una sonrisa coqueta.
- No me perdería ni un segundo de estar a solas contigo - respondió Axel con una sonrisa pícara, y yo le golpeé el brazo con una sonrisa juguetona.
- ¿Quieres agua, café o jugo? - pregunté.
- Te quiero a ti - respondió Axel con una sonrisa seductora.
- Eso está en espera - dije sonriendo.
- No le veo la gracia - dijo Axel.
- Te amo - dije besándolo, y un minuto después se escuchó la puerta abrirse.
- Al fin llegan - dijo Jessica.
- ¡Mía! - exclamó Manuel corriendo a mis brazos.
Axel y yo nos separamos.
- Hola, hermanito - dije abrazándolo -, ¿te divertiste con Jessica?
- Sí, ella es muy divertida, pero te extrañé mucho - respondió Manuel.
- Yo también te extrañé, hermanito - dije.
- Jessica, te estábamos esperando... llegaste tarde - dijo Axel.
- No mientas, Axel... vine a las 8 am y todavía no estaban. Esperé por más de una hora y decidí irme - respondió Jessica.
Axel y yo nos miramos a los ojos y solo sonreímos.
- Disculpa, Jessica, se nos hizo tarde - dijo Axel.
- Sí, ya lo noté... tengo que irme - se despidió de Axel y de mí, y después jugueteó un poco con Manuel y se fue.
- Bueno, creo que ya me tengo que ir...
- Espera - dijo Axel, interrumpiéndome - ya son las 12 - miró su reloj - ¿y si vamos a almorzar a un restaurante?
- ¿Y Manuel? - pregunté.
- Puede venir con nosotros... - respondió Axel.
Solo asentí y lo besé.
- ¿Vamos? - dijo cargando a Manuel en sus brazos.
- Sí, vamos - entrelazamos nuestras manos y nos fuimos.
Durante el camino, le pregunté:
- ¿A dónde vamos?
- Tengo un amigo que acaba de inaugurar su restaurante... te va a gustar - respondió Axel.
Yo solo pude sonreír.
- Llegamos - dijo Axel, bajando del auto y luego abriéndome la puerta como todo un caballero.
- Gracias.
Luego bajamos a Manuel y le tomamos su pequeña mano los dos y entramos al restaurante.
- Buenas tardes, Señor Cromwell, su mesa está por aquí por favor, síganme por aquí por favor – Dijo el camarero
Nos llevó a una mesa para tres, pasamos un momento mágico, después Manuel fue al área de niños a los juegos y nos quedamos solos todo era perfecto hasta que escuchamos una voz chillona que decía.
- Axel, Axel Cromwell ¿Eres tú?
Axel giró de golpe y yo me quede mirándola, era una mujer de caballo castaño, alta, se veía más o menos de la edad de Axel, pero lo que me llamo la atención fue sus ojos totalmente grises, ¿Quién es esta mujer?
- ¿Samanta? ¿Qué haces aquí? – Preguntó Axel sorprendido
Ahora ya sabía que se llamaba Samanta, pero ¿Quién era? ¿Y qué importancia tiene en su vida? ¿Habrá sido su novia? Es obvio que sí, está claro que Axel tuvo varias novias, Pero ¿Por qué me molesta tanto? Si su novia ahora soy yo.
- Estoy de viaje por trabajo ¿Y qué fue de tu vida?
- No me quejo, sigo trabajando en escuela, pero ahora soy el director
- Sabía que te iban a ascender, siempre fuiste muy buen maestro – Dijo Samanta sonriendo
Seguían hablando y yo ahí como una tonta, ¿Qué pasa? ¿Por qué aún no me presenta? ¿Y por qué ella le sonríe tanto? Estaba pensando, hasta que ella me vio.
-Hola, Lo siento no te vi – Dijo mirándome – Perdón Axel no sabía que estabas acompañado
Axel me miro y después hablo.
- Mía ella es Samanta mi exnovia…
- Querrás decir tu ex prometida – Dijo interrumpiéndolo - ¿Te olvidaste que estuvimos comprometidos?
- Ah, si – Axel se puso nervioso – Samanta, ella es Mía ella es…
- Su novia – Dije interrumpiéndolo – Soy su novia – Dije con antipatía
Axel me miro sorprendido y noté como Samanta me miro con detenimiento de arriba abajo.
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Capítulo 20: Ella es mi pasado
Narra Mía
Acabo de revelar que soy la novia de mi director, y no pude controlar mi enojo cuando su supuesta ex prometida apareció. Necesitaba que ella entendiera que él es mío y no suyo, completamente mío. Llámenme posesiva si quieren, pero Axel es irremediablemente mío.
- Así que ella es tu novia - dijo Samanta con incredulidad.
- Sí... ella es mi novia - dijo Axel tomando mi mano. Yo me aferré a él y recargué mi cabeza en su hombro.
- Felicitaciones, no sabía que tenías novia - dijo Samanta con un tono falso de alegría. - Gusto en conocerte, Mía - dijo extendiendo su mano.
- El gusto es mío - dije tomando su mano e intentando ocultar mi enfado.
No la conozco, pero algo en mí me dice que esta mujer tiene toda la intención de volver con él.
- Bueno... tengo que irme, supongo que tienen cosas que hacer - dijo despidiéndose de Axel primero.
No soporto cuando le da un beso en la mejilla a Axel.
- Adiós, Samanta. Fue un placer volver a verte - dijo Axel marcando distancia.
Ella se despidió de mí y se fue.
Cuando ella se alejó, Axel me observó desorientado.
- ¿Qué te pasó? ¿Te pusiste celosa? - preguntó.
- ¿Celosa? ¿Yo? Para nada - respondí.
- Vamos, te conozco... no tienes por qué sentir celos de ella. Ella es parte de mi pasado.
- ¿Sí? Pues no parece - solté enojada.
Axel estaba a punto de contestar, pero en ese momento llegó Manuel y nos interrumpió.
- Ya terminé de jugar, Mía.
- Perfecto, tenemos que irnos - dije poniéndole su suéter.
Axel estaba a punto de contestar, pero en ese momento llegó Manuel y nos interrumpió.
- Ya terminé de jugar, Mía – dijo Manuel.
- Perfecto, tenemos que irnos – dije poniéndole su suéter.
Axel pagó la cuenta y nos fuimos. El viaje de regreso a su casa fue silencioso, solo se escuchaba a Manuel hablando.
Cuando llegamos a su casa, Axel llevó a Manuel a la sala y lo dejó viendo caricaturas. Después, me tomó de la mano y me llevó a la cocina.
- ¿Qué pasa, amor? Estuviste seria todo el camino – preguntó Axel.
Yo solo lo miraba sin decir nada.
- Ya te dije que no tienes que sentir celos de Samanta – dijo Axel.
Sentí como se revolvieron mis tripas cuando volvió a mencionar su nombre.
- Ella es mi pasado... tú eres mi presente y quiero que seas mi futuro – dijo Axel.
Yo lo miré fijamente, sin decir nada. Podía notar que Axel comenzaba a ponerse ansioso por lo que diría, hasta que finalmente unas palabras salieron de mi boca:
- Te amo, Axel – dije y lo besé apasionadamente.
Axel correspondió al beso y me tomó de la espalda para darme un beso épico.
- Te amo, Mía – dijo Axel después del beso.
Dijo y después me tomó de la espalda para darme un beso épico.
Después de esa hermosa reconciliación, fuimos con Manuel para ver la televisión con él. Pasamos horas riéndonos hasta que llegó una notificación de Facebook. Mi amiga Valentina me etiquetó en una foto con la frase "Amiga, ¿por qué no me lo contaste?".
La foto era de cuando Tim me había besado. Ni cuenta me di de que Valentina había visto ese momento y por lo que puedo ver, solo vio el beso. No vio cuando lo rechacé. Para mi mala suerte, Axel estaba a mi lado y vio la publicación.
- ¿Qué demonios es esto? – gritó enfurecido Axel.
Lo que provocó que Manuel se asustara.
- Oye, cálmate – dije abrazando a Manuel.
Narra Axel
Voy a desfallecer. Siento una cosa horrible en mi pecho que va más allá de los celos. No puedo evitar que esa foto esté publicada, y no porque sea el hazmerreír, sino porque quiero que Mía sea Mía, como dice su nombre justamente, no solo en la intimidad sino también en lo público.
- ¿Me quieres explicar qué es esto? – dije enojado.
Noté que ella se reía.
- ¿Por qué te ríes? – Cuestioné con desesperación – Esto no es gracioso, ¿o sí?
- Cálmate, amor. Esa foto no es nada – dijo riendo – Valentina debió haber visto el beso sin ver cómo terminó el final.
- ¿Por qué ella sube esa foto sin tu permiso? – pregunté frunciendo el ceño.
- Somos amigas – dijo abrazando a Manuel – Pero no te preocupes, yo voy a aclarar todo con ella
Vi a Manuel asustado y me di cuenta de que tenía que calmarme. Respiré profundo y dije:
- Lo siento. Sé que soy una bestia – me disculpé – Pero es que te amo y no quiero que los demás te vean con otro
Ella me observó divertida.
- Por favor, dile a tu amiga que borre esa foto – supliqué – Me estoy volviendo loco de los celos
- Ya estás loco, amor – volvió a reírse – Recuerda, tú eres el mejor modelo... te amo solo a ti
- ¿De verdad? ¿Solo a mí? – pregunté feliz. Mi furia comenzó a bajar – Soy el hombre más feliz de merecer el amor de Mía, mi princesa.
Y nos fundimos en un beso tan profundo que nos volvimos uno.
- Autor: Reb Liz ( Offline)
- Publicado: 25 de enero de 2024 a las 09:20
- Comentario del autor sobre el poema: Queridos lectores Es un honor compartir con ustedes esta historia que ha nacido desde lo más profundo de mi corazón. Cada palabra, cada personaje y cada emoción plasmada en estas páginas ha sido creada con amor y dedicación. Espero que al sumergirse en estas letras encuentren momentos de alegría, inspiración y conexión. Mi mayor deseo es que esta historia toque sus corazones y les brinde un escape a un mundo lleno de emociones y posibilidades. Agradezco de todo corazón su apoyo y compañía en este viaje literario. Sin ustedes, mis queridos lectores, estas palabras no tendrían sentido. Espero que disfruten de esta aventura tanto como yo disfruté escribiéndola. Con gratitud.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 5
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