¡Qué yoo! ¿A imagen?
¿Cómo? ¡A imagen de qué!
¿Soy imagen, de quién?
Si ni siquiera, me parezco a mí,
para poder buscarme
salí un amanecer,
¡y sola me perdí!
Aún a veces recuerdo aquel Dios
que unas gentes, de retorcidas mentes,
oscuras, como sus negros ropajes
querían a golpes meter en mi alma,
le añoro y pienso; ¿Qué habrá sido de él?
Le cortaron las alas a mis sueños,
les pusieron como barrera un cielo,
les frenaron las ansias de volar,
amenazaron a mi alma infantil,
con el castigo de fuegos eternos.
¿Por qué se paraliza la razón
y laten corazones temerosos
al sentirse rodeados del humo
de rebuscados y falsos conceptos
recargados de banales misterios?
Por mi afán de vivir, vivo tan solo
de los efluvios que brotan en mí,
que quizás sean oscuros e inciertos,
pero vivo arrastrando mi destino,
sin hacer ni caso, de falsos cuentos.
Abriendo los cerrojos del espíritu
vivo sacando, de mi alma el olvido
de todas las ansiedades pasadas,
liberando a todos aquellos diablos
que intentaron robar mi juventud.
Ocultos tras sus negras vestimentas
me ofrecieron sus cielos de colores
atándome en la tierra con cadenas.
¿Dónde está ahora, aquella luz divina,
tantas y tantas veces prometida?
Mercedes Bou Ibáñez
- Autor: Mercedes Bou Ibáñez ( Offline)
- Publicado: 25 de enero de 2024 a las 11:48
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 36
- Usuarios favoritos de este poema: Ricky Arbenz, MIM (Fideo de Mileto), Rafael Huertes Lacalle
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