Puer Ӕternus

Joaquín Garcés

 

I

 

Los días se barren ante mí,

dispersos, desairados,

desprendidos del tiempo.

 

Oscilando entre los abismos en los espacios,

penetrando los muros de mi cóncavo recoveco,

al que fiel permanezco.

 

Negándome a crecer,

negándome a abandonar

esta presión imaginaria

que germiné en mi alma.

 

Este tugurio al que llamo: “el vertedero”,

ha obliterado las ventanas del exterior,

tan sólo dejándome con mi sombra;

esa taciturna prisionera.

 

Aquella misma que cada día observa

y replica cada uno de mis gestos,

tanto como replica la ausencia de estos.

 

Nuestra comunión implantada

afecta en sobremanera

la labor de sobrevivir,

incluso la de morir.

 

Fundidos en estado estuporoso

nos embutimos al vertedero,

donde siempre estuve,

donde siempre habito.

 

Danzando en tinieblas,

nadando sombre escombros,

sepultado al pasado.

 

Un remoto resplandor se avecina.

Su luz agranda a mi sombra,

cuya ventaja aprovecha

para devorarme en su oscuridad…

 

II

 

El olor a penumbras;

es lo único vivo

en estas vastas negruras.

 

Flotando en la nada,

en su total vacío, levitando

con mi espíritu azorado,

bajo esta realidad soterrada.

 

Ligamentos rasgados,

fibras trastocadas,

vibraciones alteradas,

sentimientos golpeados.

 

Esta zona me subyuga.

Esta zona me traga.

Esta zona me dilata.

Esta zona me mata.

 

III

 

Retorno a la superficie,

al vertedero,

donde de nuevo me encuentro,

a mí y a mi sombra.

IV

 

Nuevamente penetro

el abismo en mi pecho

donde almaceno la partícula

viviente de mi integridad oculta.

 

Resguardada en una cúpula

protegida por tenues luces,

tan diminutas como el polvo.

 

Mis sombras reprimidas,

tan espesas como el vacío

rodean la esfera maldita.

 

Formando un muro infinito

plagado de negras ilusiones

de mis pasados tenaces.

 

Y la luz de mi partícula

iluminando débilmente

el centro de este foso.

 

Tuve que afrontar

este mar de sombras

esculpidas por mí,

 

para alcanzar a tocar

la esencia de mi

propia energía cruda.

 

La luz me mostró estando

atrapado en un túnel

que al final se bifurcaba.

 

Dos caminos dislocados,

idénticos en apariencia

pero con destinos inciertos.

 

Desconociendo lo que me deparaba

y sin tiempo de decidir,

fui arrastrado por uno de ellos.

 

V

 

Atravesando glutinosas tinieblas,

un desarraigo indigesto

gravitaba en mi cuerpo.

 

Manchando mis huesos

hasta el tuétano

de su liquido denuesto.

 

Mi voluntad intoxicada

derramaba sus lagrimas

a través de mis poros.

 

Desorientado,

Desairado,

Desvanecido.

 

Enfrente de mí

emanó el autor

de este circo.

 

Fui convocado a la raíz

de mi consciencia

por mi sombra soterrada.

 

Al igual que yo,

deseaba poseer

la luz de mi partícula.

 

No mostré resistencia,

sus garras partieron mi pecho

adhiriéndose a mi integridad.

 

VI

 

Estancado en mi eterna edad,

soy un ser como cualquier otro:

hecho de luz y sombra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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