Sirena

Nisim123

Se tiene por costumbre creer que las sirenas solamente cautivan por su meliflua voz que asociaban a una belleza inimaginable, tal vez fuese hace hace tiempo... Tiempo en el que los marineros quedaban cegados por infecciones en los ojos relacionados con el consumo de alimentos sin cocción adecuada.

Durante este tiempo las sirenas caían en zozobra pues su apariencia servía para poco y nada frente a gente que solo podía percibir manchones entre luces y sombras en el mejor de los casos, lo cual era una estocada a su orgullosa vanidad. 

De ahí su obligación a cantar, con una oculta intensión de venganza, a entonar continuamente una y otra vez la misma melodía entristecida por su horrible apariencia para los que las miracen, por su soledad y desesperación, pues que mejor forma de acercar a un hombre que la de intentar consolar a una mujer acongojada... los marineros por más mala fama que tuvieran, seguían siendo hombres portadores de sensibilidad y cuando está era adecuadamente estimulada podía resultar en un funesto desenlace.

Esto fue así por un tiempo.

Pero con el paso de las generaciones los marineros cuidaran algunos de sus hábitos en altamar y dejaron de quedar ciegos

Y las sirenas al notarlo sonrieron perversamente, pues ahora ellas podrían utilizar también apariencia para atrapar más fácilmente a los hombres. Sin embargo, estás no estaban enteradas que una leyenda que les daba mala fama circulaba entre los marineros y debido a ella es que estos comenzaron a tomar recaudos para con estás. 

Y hubo un tiempo en el que los marineros decidieron taponarse con cera de abeja los oídos para salvaguardarse de aquella melodía de sus captoras, entonces las sirenas comenzaron a cantar más y más fuerte para captar la atención de aquellos que pasaban distraídos sin notar sus presencias, frente a cada barco que pasaba esforzaban más y más la voz hasta que llegó un día en que se rompieron las cuerdas vocales de tanto y terriblemente esforzar sus voces.

Así fue como de un día para otro dejaron de cantar, ahora eran bellos pájaros enjaulados en el silencio, que con la mirada cabizbaja trataban de ocultar su vergüenza demostrando apatía a los barcos que se acercaban a dónde estaban, poco a poco el instinto de caza se desvanecía en ellas y comenzaban a morir de inanición y pena... pero en una ocasión una sirena ya sin ninguna malicia decidió simplemente saludar a unos viajeros, como signo de aceptación de su derrota, e intento comunicarse torpemente con sus manos, estos sin poder entender lo que les quería decir decidieron acercarse un poco, pues pensaron que era una mujer a la deriva, ya que no la visualizaban como una sirena pues su estado raquítico no era algo que estuviese en las leyendas que comentaban de su inigualable hermosura, ni se oía si quiera como una, por el contrario parecia apenas y poder respirar. Aunque de un momento a otro recordaron que aquel era territorio de Sirenas por lo que decidieron hacer caso a la razón y continuar su rumbo sin darle mayor importancia...

 Al advertir que el barco intento acercarse por unos metros la sirena comenzó una y otra vez a agitar más sus brazos y torso con un ritmo torpe y acelerado, 

Pero esto servía hasta cierto punto lo cual devolvía cada vez más el instinto cazador a sus hermanas, que comenzaron a replicar sus movimientos, y pronto también intentaron trasmitir mensajes sencillos por medio de sus dedos que trataban de dibujar figuras simples en el aire.

Esto cada vez más se parecía a una coreografía para ellas, y pronto descubrirían que el juntar las palmas en señal de pedido y abrirás al cielo en señal de súplica sería la clave para atrapar aquellos navegantes.

Pues algunos fueron víctima de su entendimiento de relación figura, palabra, movimiento y buena predisposición para damas en apuros.

 Las sirenas habían descubierto otro tipo de lenguaje, que era igual o mayor efectivo que la palabra dicha, que estaba más allá de un único sentido y que parecía ser tan universal que no necesitaba cambios, ni modificaciones arduas. 

Todo era cuestión de tiempo, los mismos moribundos brazos que suplicaban a sus presas pronto capturaron algunos desdichados y recobraron fuerzas, ahora volvían a ser bellos brazos que enviaban tiernos mensajes de súplica y suplicio.

 eran los mismos que abrazaban mortuoriamente a los crédulos de amable corazón que creían a fe ciega en las viejas leyendas y sus palabras claves, si son bellas y cantan alejate son sirenas, si son desfacciojadas y suplicantes son damiselas.

 Y por sobre todo en la emotividad del decir silencioso de pobres mujeres 

Que habían perdido el don de la palabra, pero no el don del amor y el deseo por hacer felices como agradecimiento por rescatarlas de aquel desértico océano que no podía ofrecerles nada más que la muerte.

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