Ellas no pueden entrar en el portal del sosiego, se pasan la
mayor parte del tiempo, escribiendo y dibujando paisajes
preciosos.
Acarician cuando tienen la ocasión de hacerlo, y reflejan
vivencias en blancas hojas de papel. Tan sólo logran el
descanso, al llegar la noche cerrada. Las manos suelen ser
nuestra voz, nuestra alegría y también nuestro silencio.
Al llegar el nuevo día, ya están predispuestas, no temen
la lucha ni el sufrimiento, siempre están preparadas para
cabalgar como lo suelen hacer los potrillos de la dehesa.
- Autor: emiliodom ( Offline)
- Publicado: 7 de febrero de 2024 a las 06:00
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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