El Viejo Alejandro.-

Carlos Gustavo Gerez

Alejandro sostenía una carta en una de sus manos

Estaba sentado en el espigón, bajo la farola del veredón

A la vera del rio dulce, en donde tantas veces

Junto a su amor contemplaron la salida del sol

Que se reflejaba como un rubí en el agua.

Yo no sé, si ese húmedo pañuelo que extrajo intentaba

Secar sus lágrimas, o tal vez solo quería ocultar su desdicha,

Esquivando las miradas ajenas, fue pasando la tarde,

Ese deseo de gritar su nombre, murió en su garganta,

Tenía la fantasía de mirar al horizonte y ver la silueta

De su amada que viene a su encuentro.

Envuelto en tristeza, camina lento a ninguna parte

Lleva desnudo su corazón que tiembla con solo recordarla,

Se encienden las luces caída la tarde,

Aunque la oscuridad sea eterna en su alma.

El viejo Alejandro haciéndole trampas a la realidad

Viene todas las tardes al mismo lugar

Siente la presencia de su esposa

Que hace ya tiempo se fue a la eternidad.

 

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