ALE JACTA EST

Luis Ernesto Hernández Aguirre

Montando su brioso caballo

Julio se acercaba seguro

a aquella frontera prohibida,

la antigua ribera perdida

del Río Rubicón obscuro

en su incesante fluir callado,

va conduciendo a sus soldados

-severo ejército cual muro-,

que hacia lo desconocido iban

en esa marcha pretendida

con la templanza de un escudo

para engrandecer sus estados.

 

Once de enero fechado

del antiguo pasado inconcluso

cuando a Pompeyo requería

la cesión de su patria rendida

sin condicionantes ocultos,

sin más restricción ni letargo,

van presurosos los vasallos

del Cesar que domina al mundo

con preocupación y prisa

a prevenir sin cortapisas

las amenazas que el orgullo

acarreará sin reparo,

pues si decide dar el paso

de romper el fin de sus rumbos

y pasar la frontera indebida,

se enfrentará a la furiosa ira

de los optimates insulsos

que harán la guerra sin retardo,

responde sereno y gallardo

aquel Gobernador astuto

de las remotas Galias temidas,

quien su terruño extendería

a las laderas del Vesubio

por los Celtas conquistado:

 

“Cruzar el Rio, es hoy mi mandato,

pues sin temor ahora empuño

la mayor causa de mi vida

que habrá de ser revestida

de dulce gloria y negro luto,

de aflicción y desamparo.

¡Alea Jacta Est!, -he pronunciado-

pues la fortuna que disputo

en mi azarosa acometida

ha sido ya bendecida

por los viejos dioses ocultos

que a mi suerte han apostado.”

  • Autor: Luis Ernesto Hernández Aguirre (Offline Offline)
  • Publicado: 9 de febrero de 2024 a las 18:42
  • Comentario del autor sobre el poema: ALEA JACTA EST Por Luis Ernesto Hernández Aguirre // 9 de febrero de 2024 Esta es una poesía épica escrita en 8 estrofas de 6 versos nonasílabos, con una rima abccba. Habla de la famosa frase atribuida a Julio Cesar antes de cruzar el Río Rubicón y emprender la guerra contra Pompeyo y los Optimates en el año 49 .a C., exactamente en la noche del 11 al 12 de enero, César se detuvo frente al Rubicón, el río que delimitaba su jurisdicción como gobernador de las Galias y que tenía prohibido cruzar con tropas. Si lo hacía, se enfrentaba a cometer una ilegalidad. Más aún, a iniciar una guerra civil como enemigo de la República. Para dar valor a sus hombres, que conocían perfectamente que lo que estaban a punto de hacer era una afrenta, César cruzó primero el río y pronunció la famosa frase de “alea iacta est"
  • Categoría: Sociopolítico
  • Lecturas: 8
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