Elixir de los dioses

La copa de vino,

Rojo y azulado néctar de sagrada procedencia,

Lleva sobre sí mismo la marca del tan insaciable tiempo,

Signo de la delicadeza y pureza del alma

Marca que termina impresa en la piel de una misteriosa y joven mujer.

Pelirroja y pecosa,

Tiñe sus labios con el ácido dulzor del ensamblaje.

La cepa se mezcla en sus pupilas

Y entre sus dientes se percibe el aroma y el tinte de la vejez.

El paso del tiempo descorchado 

Y servido en la silueta de aquella dulce y majestuosa copa de vidrio pulido

Que forjada por las manos del esfuerzo

Busca plasmar la delicada perfección

Y es en la copa donde se refleja

La inocencia de aquella sonrisa

Mientras, sorbo tras sorbo, 

Bebe los años que aún no han transitando por sus manos.

¡Y es aquí donde la magia se expresa con fuerza e imprudencia!

Estancando el reloj y dejando fluir la danza de lo que alguna vez fue semilla que germina…

Un sueño que disipado en el tiempo,

Se convierte en plácida catarsis

Y es en pies descalzos donde la pluma deja estallar la huella

Marca que consagrada a los dioses fue producida en tierra por miles de civilizaciones antiguas

Trayendo en si, la mágica y poderosa presencia de un elixir 

Es el ciclo de los elementos

Que saboreados por la lengua

Explotan en la boca

Y en el paladar

Pobre mujer, que ignorante cree saber

Lo que degustan y disfrutan sus labios…

Son cientos y millones de años,

Qué marcados en la suela y en la huella

Dejan en evidencia la tan enigmática vida

Las horas transcurren junto al pasar de incontables e inagotables almas

Que ríen a través del tiempo

Y se entremezclan

En el afrodisiaco sentir de los dioses

¡Que viva la experiencia de la eternidad en el paladar!

Y que la gota que rebosa en el vestido de la joven

Se convierta en la expresión artística más compleja y noble de la sutileza

Permitiendo ser al reflejo en el vidrio,

El espejo nublado

Que refleja la última y coqueta danza de cepas y aromas

Finalizando así, la última gota de pasión y tiempo.