Es una posibilidad...

Alberto Escobar

 

Plantea 
a tu corazón
una esperanza ciega. 

—Prometeo. 

 

 


Acabo de entrar 
en tus inmediaciones. 
El limonero ya empieza
a amarillear tu huerto,
y las hojas, antaño ausentes,
van haciendo acto de presencia
ante el calor de un rayo
que ya no cesa, que insiste. 
Me asomé a la puerta del patio
y estabas allí, bordando, y mirabas
con la intensidad de un nacimiento
el discurrir de un dibujo sobre una tela
blanca, tensa en un bastidor de madera,
de esos que las abuelas, bajo el peso
de las horas muertas, abastecían de colores,
y las composiciones daban sentido a sus vidas. 
Sigo mirando sin que te des cuenta; 
es muy importante que sigas absorta
en tu labor, en ese suspenso que solo el atardecer
proporciona, justo antes de que el sol
empiece a despedirse, en ese pequeño inciso
que precede a la cena como si fuera el repecho
último de la calle San Antonio, que anuncia
cual Arcangel San Miguel la compañía 
cálida de los que viven contigo, 
de esos retoños que tanto costó que vinieran
y tantos sinsabores aportan a tu día a día, 
de ese marido que cada jornada vende su espalda
al mejor postor por llenar un plato de comida. 
Sigo mirando, de extranjis, por el postigo pardo
de la puerta que comunica el saloncito con el edén
en el que te encuentras, absorta, pendiente de que 
no se te escape una sola puntada, y me recuerdas
a esos joyeros holandeses, allá por el siglo diecisiete, 
que, en algunos cuadros de época, salen guiñando 
el ojo sobre una lupa para observar con penetración
la talla de valiosos diamantes, que por entonces
eran causa frecuente de asesinatos y fechorías. 
De repente levantas la cabeza y yo, en acto reflejo,
retrocedo la mía hacia la oscuridad del salón
—espero que no hayas advertido mi presencia—
con la esperanza de que, alimentando tu curiosidad,
te acerques a mi cuarto y me veas entregado, 
con el corazón abierto, sangrando de posibilidad,
y tú, correspondiendo a mi generosidad, 
te entregues como se entregan los ríos a las aguas
eternas de un océano, sin mirar atrás, sin pensar...

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  • Autor: Albertín (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 16 de febrero de 2024 a las 14:22
  • Comentario del autor sobre el poema: El amor a veces surge de la mera contemplación, de un imaginarse posibilidades imposibles.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 8
  • Usuarios favoritos de este poema: José Valverde Yuste, Alexandra L
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Comentarios +

Comentarios2

  • José Valverde Yuste

    Espectaculares letras . Un abrazo con la pluma del alma

    • Alberto Escobar

      Me alegro de que te guste José. Un abrazo,

    • Alexandra L

      Poderosa la imaginación que permite ser y estar, alcanzar, poseer con tan solo pensar, el amor mucho mas que deja acariciar, saborear, sin siquiera rozar. Siempre un placer leerte Alberto.
      Un saludo cordial, Alex.

      • Alberto Escobar

        Me alegra verte, que estás ahí, detrás de ese postigo viéndome tejer mis ocurrencias. Un abrazo Alex,

        • Alexandra L

          Tu publicación de hoy me encanto, tiene magia, mucha magia.

          Un abrazo, Alex.

          • Alberto Escobar

            Sí, yo también la siento. Parece la escena de una película de época, el observar como un voyeur la geografía íntima de una mujer, cuando es ella misma alejada de sus obligaciones, y tejiendo sus sueños sobre una efímera tela. Otro para ti,



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