Hoy que me he convertido en un anciano
mi boca desdentada
no pronuncia tu nombre.
Mis manos temblorosas y arrugadas
no acarician la curva de tu seno.
Mis pulmones gastados
no aspiran el perfume de tu aliento.
Mi cabello amarillo, inexistente
no acaricia tu rostro
cuando te hago el amor.
Mis hombros encorvados
ya no son el refugio de tu llanto.
Mis ojos ciegos ya no ven
la curva deliciosa de tu espalda,
y no son ese nido de tu sueño
mis piernas fláccidas,
mis rodillas chuecas.
Ya no prueba las mieles de tu boca
mi lengua ya reseca y agrietada.
Sólo tengo tu ausencia y tu memoria.
Sólo tengo ese hueco con tu nombre.
Por suerte ya está próxima la noche.
La noche y el olvido.
- Autor: Julián Centeya (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de febrero de 2024 a las 05:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: jvnavarro, Martha patricia B
Comentarios1
El existir, eso involucra toda la trayectoria del ser, consiste en una continua transformación.
Antes de nacer, somos aporte de otros, que resultarán en uno. Ya nacido, somos una construcción entre uno y lo demás.
Estando, pretendidamente completado, es donde hacemos la práctica del legado adquirido.
Ya pasada esa etapa productiva, la estructura física, se deteriora, con la contrapartida que representa una consciencia e inteligencia, al máximo de sus posibilidades (un viejo inútilmente sabio).
De más está decirte que esa trayectoria continúa, tras la muerte de la estructura obsoleta. Pero eso entra en el área de nuestra ignorancia y solo podemos desarrollar especulaciones inciertas, una característica muy nuestra...
Un abrazo, casi al final del viaje conocido (Todavía queda esa etapa incierta).
Esteban
Solo queda la noche y el olvido.
Un abrazo desde una distancia aún cercana
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