EL DIVÁN DEL PENSAMIENTO

Bajo el manto de la noche y sus estrellas,

las sombras danzan al compás del viento.

El susurro del río acaricia los árboles desolados,

y me encuentro perdido en los laberintos del pensamiento.

Busco las palabras que sabiamente se deslizan,

como hojas secas en el otoño del alma.

En este vasto universo de emociones y sueños,

donde los suspiros se entrelazan con los latidos del corazón.

 Y me sumerjo en la profundidad de la memoria,

donde los recuerdos brillan como estrellas fugaces.

Y en el firmamento de la conciencia a veces dormida,

reencarnan los deseos jamás expresados ni vividos.

En cada recodo del camino, encuentro tus huellas,

marcadas en la superficie de la arena del tiempo.

Son marcas indelebles de un amor que se desvanece,

en la distancia del tiempo, acorralado en los ayeres.

Pero el tiempo, ese cruel verdugo que despoja

a las flores de su fragancia, y a los hombres de sueños,

se ha dispersado como hojas en el inmenso viento,

y me ha sumergido en la melancolía de su garganta.

Y así, entre suspiros y susurros, entre lágrimas y risas,

me sumerjo en la eternidad de este instante impreciso,

donde el pasado se entrelaza con el presente en un abrazo infinito,

porque en este mundo efímero y fugaz, solo nos tenemos a nosotros mismos.