Justo al llegar a este punto, cavilo,
qué es lo que me falta por implorar
al hacedor supremo… en calma
asiento que es menester pedir
que me otorgue la brevedad, el momento
para encarcelar en mis brazos,
díscolamente, a la soberana de mi corazón,
quiero aprisionarla con mis redes
para sentirla en un instante sin muerte
y que sus manos recorran mi faz,
quiero adquirir los nutrientes de sus labios
para esfumar de mi ser los disgustos,
para intercambiar hálitos del alma,
y pueda yo tener su rutilación proyectándose
en mí e iluminando a la lugubridad de mi interior,
para sentir sus latidos, briosamente,
para unificar en nuestras oraciones
al sueño en el que coinciden
los astros de nuestro cielo instando
para siempre nuestras uniones.
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