En este día sufrí algo que llamo el efecto Cola-Cola. Me pasa que cuando compro un refresco de Cola de 1 litro o superior, el primer trago sabe fenomenal, fantástico… Lo mejor que has probado en la vida. Sin embargo, a medida que vas terminando el refresco, el azúcar se apodera de tu boca, las papilas gustativas han tenido suficiente disfrute como para experimentar el siguiente vaso, están cansadas ya; entonces, tu quinto vaso de refresco te sabe ácido, sin sabor, sin disfrute y solo lo tomas porque ya has comprado la bebida y sería un error estúpido no “gozar” hasta la última gota.
Es ese último sprint para terminar con el maratón. La vida costó, el miércoles costo.
Me levante cansado, frustrado con la vida, con la existencia, con Dios, con mis padres, con las cobijas tan pesadas y conmigo por haber tomado la decisión de vivir. Como dice Camus: la primera decisión que tomamos en el día es la de vivir.
Son esos días que, como tu último vaso de refresco, tienes que vivir porque, siguiendo la analogía mencionada anteriormente, ya “compraste” la vida y sale más barata vivirla. Vas a trabajar porque TIENES que hacerlo. Estudias porque TIENES que hacerlo. Sonríes porque TIENES que hacerlo y eres amable porque TIENES que hacerlo, pero en realidad quieres gritarles a todos en la cara que dejen de crearse mentiras y vean la realidad.
Oficialmente (Según mi cabeza) este era el último día que iba a pisar la Universidad. La última vez que visitaba aquel salón de clases con luces molestas, con pizarrones vacíos, espacios inmensos y con esa sensación de estar haciendo algo por el mundo cuando en realidad estás leyendo solo un libro de 345 páginas. Con gente verdadera con mentiras pletóricas que dan sentido a su existencia. Fingiendo estar bien cuando su cielo se cae. No, corrijo, entonces; un lugar con personas verdaderas con excelentes y preciosas máscaras de gran calidad. ¿Cuándo será el día en que podamos ser realmente auténticas personas y que la miseria se apodere del vocabulario español como una definición más del diccionario y no como una prueba de tu sufrimiento?
Ese miércoles fui como cualquier día a mi salón, comí ahí dado que no tuve tiempo de hacerlo en el trabajo. Observé por última vez entrar a la maestra con sus lentes cafés, su cabello corto llegando a la mitad de su cuello y con sus churros característicos. Esa suave voz y su pasión por la materia.
Vi por última vez llegar a mi compañero tarde, ya es una tradición… bromear por última vez y fingir que los vería la próxima semana.
Ver a mi madre una vez más y decirle que todo estará bien, que no tema, jamás me haría daño.
La balanza se inclinaba lentamente a un lado... Es por esto, que me encontraba decepcionado de mí mismo y al mismo tiempo frustrado.
Vaya paradoja la vida... Algunos la ansían y otros la desprecian.
- Autor: NR (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de marzo de 2024 a las 02:30
- Comentario del autor sobre el poema: Esto forma parte de una serie de escrito y me gustaría que vieran la luz. Si estás pasando por esto mismo, siéntete con la confianza de enviarme mensaje. Ten por seguro que aquí te leo. (3/7)
- Categoría: Triste
- Lecturas: 7
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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