La Conquista

Cuando me decidí a la conquista de ti, nunca me imagine la batalla que llevaría a cabo en tus ojos, ni la lamentable perdida que sufriría en tus manos, no sabía en qué tierras me adentraba cuando planee la batalla en tu espalda, mis fuerzas se debilitaron en los montes de tus pechos, mis tácticas se terminaban y el cansancio era más que evidente.

Recuerdo aquel día, al alba de un nuevo amanecer, mientras nos preparábamos para una nueva batalla, me sorprendiste con una arma tan poderosa, que jamás anticipe, te paseaste por la línea de batalla y mostraste tu sonrisa destrozando todas mis defensas.

Escape y reuní mis fuerzas, tome decisiones cruciales y desesperadas, parte de mis fuerzas desertaron, pues opinaban que era imposible ganar.
Lo sé era un suicidio, pero no podía permitirme perder, había mucho en juego,
partimos una mañana; marchamos al son de los tambores que parecían retumbar desde dentro, cruzamos ríos de agua recia y valles desiertos, pero no sésamos el paso ni ante el sol abrazador.

Cuando te divise a lo lejos los tambores sonaron con más fuerzas,
las heridas y cicatrices de batallas pasadas hervían y parecían reabrirse, corrí hacia ti, directo a una colisión inminente, el plan era perfecto y no podría fallar, ya conocía tu arma más poderosa.
Acerté una embestida contra tu primer defensa, mi cortesía se habría paso, tú mirabas intento rodearme en detenidas ocasiones, al percatarse que ello ya no era eficiente te mostraste de nuevo, esa arma que acabo con casi todas mis legiones, pero fui certero y también sonreí, te mire a los ojos,
parecías vulnerable y desconcertada, por un momento pude sentir el triunfo entre mis manos... Un segundo después, tu boca estaba sobre la mía, no lo vi venir, destrozaste todas mis defensas con un solo movimiento.
Mis fuerzas se extinguieron, nunca imagine que terminaría arrodillándome ante tu boca y tus besos.
El conquistador terminó conquistado, y aprendí que a veces ser conquistado es la mejor forma de ganar una guerra entre dos corazones.

Kaffa.