En las noches más frías, en la soledad de mi compañía,
Un deseo me encoleriza al saberlo inalcanzable,
Un apetito voraz me devora, sacude mis entrañas,
Nubla mi razón, Mi Ser.
Ese deseo es ascua sagrada que custodio,
me desvela, al saberlo dentro de mí,
incapaz de tocarlo, someterlo.
Quiero saber qué se siente ser el hombre que amas,
Ese que besa tus labios y hace que ardas de placer.
Si yo pudiera ser ese cuyo amor te llena, tan solo una noche, no te imaginas,
Lo que haría por cumplir esa fantasía, mujer.
Yo daría todo, mi vida, mi Alma;
Por ser el hombre que amas,
Lucharía las batallas de Napoleón,
A los dioses rogaría en mis plegarias
Que me arrebaten el resto de mis días,,
Deambularía eternamente en el purgatorio,
Tan solo por una noche contigo, mujer.
Quiero sentir lo que es ser
El hombre que despliega tus alas
enredándose en tus secretos,
mientras en un beso su
amor sella en tus labios.
Daria todo por ser el dueño de tu lascivia;
El que se maravilla con tu llovizna,
Quien hace de tu almohada ídolo de tus susurros,
Y ruegas embriague tu boca de rocío,
Mientras con malicia sostienes el fruto prohibido.
Noches enteras vociferé en otras pieles,
Palabras que juré pronunciar solo a tus oídos,
Azotando con desprecio apasionado,
Retorcí de gozo satisfecho otras caderas.
Empapado de la divinidad de otras aureolas,
Me desahogo plasmando en lienzos obras que a tu nombre dedico,
susurrándoles en mis caricias,
Ser ese hombre que amas, mujer
En silencio, reflexivo y agitado por momentos,
anhelo sumergirme en las aguas de tu santuario,
mientras oculto mis demonios en busca de redención.
Daría todo por ser
ese hombre al que sonríes
estremecida y sin aliento,
satisfecha al saber que una nueva vida
se forma en tu vientre.
Daría todo por ser ese hombre,
tan solo una noche,
y arder en tu fuego, mujer.
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