Me siento en el sofá de mi casa, mirando a la nada. El vacío infinito recorre cada rincón de este lugar. El polvo que se acumula en mi biblioteca es fiel testigo de las horas que paso frente a ti, soledad mía.
El silencio es abrumador. Solo escucho el susurro de las hojas y el golpe de la lluvia. Mi mate siempre está humeante. El polvo y la telaraña, presentes. La cocina, sucia. La heladera, vacía. El televisor, apagado. La música, silenciada. Solo estamos ella y yo, frente a frente.
La soledad me mira con sus ojos soñolientos, y trata de consolarme; pero como una novia tóxica, me atrapa en sus brazos, y no me deja escapar. Ella me convierte en su sombra. No quiere verme brillar al ver otros ojos, ni quiere que sonría al escuchar otras voces. Se recuesta a mi lado, y apoya su cabeza sobre mi hombro, puedo sentir su perfume de espumas marinas, que me transporta a otra escena de mi vida, donde el sol se fundía con el mar, y las estrellas aparecían en el firmamento. No estaba solo. Ella estaba a mi lado, cómo ahora. Pero entonces era diferente. Era mi amiga, mi compañera, mi confidente.
Ahora es mi carcelera, mi verdugo, mi enemiga. Es la musa de mis poemas, y el azote de mis ilusiones.
- Autor: Darío Méndez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de marzo de 2024 a las 16:26
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 20
- Usuarios favoritos de este poema: José López Moreno.
Comentarios3
La dura soledad del desamor. Profundas letras. Un placer leerte. Saludos
Muchas gracias Nuria, un gran abrazo para ti.
Excelente descripción.
Saludos.
Gracias compañero, un abrazo
El relato logra llevarnos hasta el cierre con interés. El lenguaje literario es de lujo en esa descripción junto a la soledad, tan bien personificada.
Un placer leer el relato y felicitaciones al poeta.
Un abrazo, Compañero de letras
Muchas gracias por tu comentario, que bueno que te haya gustado. Un saludo.
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