Cuidaremos las rosas
del jardín de tu casa,
como encargo preciado
que al partir tu me encargas.
Y estaremos atentos
a quitar las arañas,
que con telas sutiles
muchas veces las tapan.
Dejaremos que sigan
alegrando las almas
y pupilas gozosas
de los hombres que pasan.
Y que miren y sientan
ese verso que escapa,
y esa rima sublime
de la rosa preciada.
Mariposa que vuelves
con sonrisas aladas,
cuida bien a las rosas
que nos dejan su calma.
La sonrisa divina,
la canción y balada,
y ese beso encantado
del amor de quien ama.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/03/24
Comentarios2
Hermoso poema. Gracias por compartirlo.
Raiza y Omaris, gracias por vuestras palabras.
Un saludo.
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