EL TIEMPO

EL TIEMPO

Tiempo, esa lejanía que amasa mis ruinas

es eso que fue, y esto que acompaña.

Es una metáfora de la vida,

es un pañuelo que no alcanza.

Es la sombra que al paso del sol se acomoda.

Un retrato sepia en la pared. Es lava corriendo.

Es el traje que a mis alegrías asombra,

y es la desnudez de mis sufrimientos.

Es otro momento,  una catapulta expulsando

presentes a su antojo, es lo que fue y lo que será.

Escombros de ayeres a cada instante arrojados,

es una expresión que así como llega, se va.

Es la piel que se desgasta, el paso hacia lo incierto,

una gota inquieta horadando día a día la vida.

Un cincel reticente. Una carta escrita entresueños.

Un papel en blanco con la palabra muerte escrita.

Tiene en sus manos báculo omnipotente,

sobre ayer y mañana, sobre cunas y tumbas.

Reparte su universo como hierro candente

y agrieta el corazón cuando reparte los “nunca”.

Guarda en sus hojas todo, o casi todo:

nuestro infortunio, nuestras envidias y tristezas,

nuestros amores, riquezas de nuestros gozos,

y en sus entrañas la vida bulle y se despereza.

Tiempo, abismo con ofrendas de misterios.

Llena los espacios vacíos con heridas,

y teje en mis huesos el dolor de sus ajetreos

y ante su habilidad respondo:... "Así es la vida".

Que es el tiempo, sino la vida que pasa,

la vida arrebatada, la vida que queda,

es un don manifiesto, es la vida que falta,

vital cordón umbilical, es la vida que llega.

Que el tiempo es lo que me falta para crecer,

todo cuanto en el cofre del corazón guardo.

Lo que tendré y tengo, y lo que jamás volveré a tener,

es ese algo que inunda el eco de mis pasos.

Y a sus tres hijos, repartió en herencia:

a Pasado albo o bruno, veste de desilusión,

a Presente alegre o tristón, broza de paciencia

y a Futuro extenso, de esperanza colmó.

Ángel Alberto Cuesta Martín.