Ella me busca, siempre, todo el día
pero hace de cuenta que no me busca nunca.
Cuando pasa algo entre nosotros ella, siempre,
se sorprende de que le ocurran esas cosas.
Un día me lo dijo: No sé porqué,
a pesar de que no me gusta para nada
terminamos siempre haciendo el amor.
Como si te gustara y no te dieras cuenta.
Ahí estás, otra vez, con el psicoanálisis barato,
me dijo ella entre coqueta y ofendida,
si me gustara te lo pediría, hablaría de ello,
lo hago porque a los hombres les gustan esas cosas.
Por ejemplo, tú, prosiguió valiente,
cuando no hacemos el amor, trabajas menos,
me das menos dinero, te vas con otras mujeres
y hasta eres capaz de decir que soy histérica,
por todo eso hago el amor, pero decir que me gusta,
llamar deseo a mi caridad me parece exagerado.
No te pongas así, si tienes ganas hacemos el amor,
tú te tranquilizas y yo me pongo contenta
por haber sido útil, darle un gusto a mi hombre,
pero decir que me gusta todos los días
y que, a veces, te espero con ansiedad,
es, francamente, una exageración.
Cuando ella me habla así
me deja como distante y frío
y es ahí, cuando ella arremete:
Vienes muy cansado de trabajar
y nunca tienes ganas de hacer el amor.
Me da un beso, eso sí, cariñoso y se duerme.
A la mañana siguiente, claro está,
nos levantamos excitados, torpes, nerviosos.
Ella, durante el desayuno, habla tonterías
y yo le cuento sin ningún interés,
que a la tarde viajo para Thailandia
por negocios y, también,
por drogas y por putas.
Está bien, dijo ella, esta noche,
cuando vuelvas del trabajo,
haremos el amor
(Del libro La mujer y yo, Ed. Grupo Cero)
- Autor: Editorial Grupo Cero ( Offline)
- Publicado: 31 de marzo de 2024 a las 05:28
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque
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