Despertó el fantasma del encono y penetró en las venas como ascua incandescente.
Sucumbió el encanto en un segundo, en el tiempo que dura el grito de la ira.
La herida de la sangre goteó con un gorjeo silencioso,
como el aliento que se escapa por las rendijas del alma y muere sin salir de los labios.
- Autor: Rosario Bersabé (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de abril de 2024 a las 05:20
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Dante Cruz Velez, alicia perez hernandez
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