Huirle al amor

Por mucho tiempo le hui al amor. Me rehusaba a admitir que me moría por enamorarme, por tener a alguien que me conozca tan bien que pueda opinar por mí en mi ausencia. Alguien que me defienda, que me cuide y que no quiera recorrer su vida sin mí a su lado.

Por mucho tiempo, en mi ingenuidad, quise obligarme a creer que quería estar sola. Que podía sola. Y no. Al contrario del empoderamiento mítico que suele escucharse de gente predicando y compitiendo por quién sabe mejor cómo vivir esta vida, yo me di cuenta de que no puedo sola. Y admitirlo implica valentía. Valentía por reconocer que somos con los otros y que solos no tiene mucha gracia muchas cosas.
Una cena con uno mismo está bien, pero una cena teniendo un amor agarrado de la mano y otros dos ojitos desde abajo viéndote comer y batiendo su colita no tiene comparación. Dormir solos está bien, pero poder tener en tu pecho a "esa" persona y sentir la plenitud de no necesitar nada más en el mundo, no tiene comparación.

Esos momentos, que no tiene sentido comparar porque simplemente no habrá otros igual, es perfectamente por los que podría decir que nunca debí pretender huirle al amor.
Ahora lo sé y, aunque no lo busco, abro mi corazón para encontrarlo. Desde lejos, con cautela y mucho cuidado, pero sin miedo ni rencor.

Habrá muchos "amores" que solo habrán sido palabras; amores vacíos, amores sin gracia y sinvergüenzas. Pero con un poco más de paciencia llegarán esos amores bonitos, que más que palabras te demuestran con acciones; amores que en donde "no haya tiempo", habrá detalles. Porque si algo hace bien el amor, es encontrar maneras.

Así que no, ya no le huyo al amor. Es más, ahora más que nunca sé que el amor está en todos lados. No solo en las personas, sino en los momentos, en el cielo; cenando en la mesa y bailando en la pista; de paseo en el parque o durmiendo a tu lado.

El amor, más que en las películas, está en los ojos de la persona que te ama, porque nada en este mundo puede falsificar la mirada de unos ojos enamorados. Y nada más lindo que coincidir con alguien igualmente dispuesto al amor.