La gente me saca de mi mundo.
Mi mundo es tranquilo, sencillo,
no le pido nada a nadie
y nadie me molesta.
La gente me molesta,
no me gusta la gente.
Aún así, cuando me veo en el espejo
también me molesta, es tan parecido como a con los demás,
no suelo resistir demasiado tiempo viéndolo,
porque sin esfuerzo el mira dentro de mí.
Mi propio espejo me deja bien en claro
como es mi rostro,
como ha sido,
que nada parece haber cambiado,
que haga algo al respecto,
y cuando el espejo consigue lo que quiere
vuelve a llamarme
para burlarse de mí.
Entonces agacho la mirada,
y ya nadie puede hacerme daño,
hasta que olvido porque estoy boca abajo,
y consigo las fuerzas para subir,
ahora miro al espejo,
observo el reflejo de un vampiro.
Aparto la mirada, pero no sirve de nada,
antes de irme el espejo me dice que sabe
exactamente lo que va a pasar.
Tal vez debería quedarme en el suelo,
tal vez así pueda sentir un poco de paz.
Quien sea que lea, no se tome tan en serio lo que escribo.
Unos momentos después,
ni yo comprendo que quería decir,
y al siguiente día,
ya no soy el mismo,
es lo que me dice mi reflejo.
08/04/2024
- Autor: Lucho Sancucho (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de abril de 2024 a las 02:36
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: Romey
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