Cuando el amor se extingue en silencio, poco a poco,
como el ocaso que desvanece su fulgor,
las palabras se vuelven gélidas, el afecto en juego,
y en el alma se insinúa un velo de dolor.
Los besos que antaño ardían con pasión infinita,
ahora apenas son suspiros, eco de un ayer,
el lazo se deshace, la vida se marchita,
y en el vacío del alma, se desvanece el querer.
Las promesas se desvanecen como hojas al viento,
y los sueños se deshacen en un triste vaivén,
cada gesto, cada mirada, pierde su encanto,
y en el corazón yace un dolor que no tiene fin.
Pero aún en la penumbra de este oscuro final,
resurge la fortaleza en el alma maltrecha,
pues del amor que agoniza, nace un nuevo y mejor ideal,
un amor propio que en la sombra pasa de izquierda a derecha.
Pues cuando se marchita el jardín del amor, florece un nuevo sendero,
donde el amor propio se alza, en su propia danza,
del amor que lentamente se desvanece, surge un ser sincero,
y en la penumbra halla fuerza, una nueva esperanza.
Comentarios1
¡Pero qué belleza de versos.!
Líricos y profundos. Muy intimistas.
Un beso
Gracias por el tiempo que obsequias al pasar por mis letras; un saludo mi amiga.
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