Los días pasan inexorables,
con sus horas repetidas,
con sus cortos sorbos de vida,
con sus pocas alegrías
y con mucho tedio angurriento,
tratando de maquillar el tiempo;
que los días sin ocupación
son horas de vacía existencia,
minutos ganados por la extinción,
una nube que no se dio cuenta
que ya no estaba más en el cielo.
Los días a veces son de lluvia,
luz que hace una corta visita,
noche que duerme de día,
días que no fabrican sueños.
Poner en marcha los desvelos.
Y el camino que no llega.
A veces la vida tiene ausencias
que no llega a revelar el tiempo.
De nada sirve el reloj, si las horas
no alimentan tus anhelos.
Y así van rodando las promesas.
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