Mujer de rítmico andar,
desde que te ví
te empecé a amar
al quedar tu son en mi.
Tórridos momentos
y sublimes besos
manaron en distintos tiempos,
ecos de pasión y versos.
Hoy, al mirar el pasado
y otear fertiles senderos
emana la música del camino,
el amor eterno.
Mi mente, cundida de recuerdos,
es remolino de abrazos
que encienden cuerpos
siempre enamorados.
Bajo el cielo azul,
mojados por la llovizna,
te amé.
Al pie de la montaña,
en un vetusto motel
o en cálidas cabañas,
vivimos uniones imborrables.
A la orilla de la carretera
o dentro de un vehiculo,
en las alturas del cerro
o en el carrusel,
nos adoramos.
A veces ante el sol,
otras bajo la luna,
sentía el candor
de tu natural dulzura.
Imposible borrar tus besos
con tu suelta cabellera
que como cascada
me bañaba
de álgidas caricias.
Tus febriles roces
erizaban mi piel,
labios ardientes
con sabor a miel
endulzaban imstantes
sin pararle a la gente.
Tantos ratos vibrantes,
activados en mi alma
te dicen presente,
mi bonita y magna dama.
Sigues en mi corazón, incólume,
admirando tu manera de ser,
exquisita y sonriente
en cada enternecer.
- Autor: Rafael Parra Barrios (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de abril de 2024 a las 23:41
- Categoría: Amor
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: Rafael Parra Barrios, alicia perez hernandez
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