Soneto

David Pech

Caminabas lentamente hacia mi cama

y tu vestido cayó sobre suelo

tan sublime desnudez me abre el cielo

que yo me humedezco cual tu cuerpo me ama.

 

Me rendí ante tu silueta nacarada

y los bellos contornos de tu talle,

y fuiste mi fogata junto al valle

que me regala una noche constelada.

 

Acariciame que eso a mí me repara;

luego, besarnos en ardiente celo

y la ola de tu boca se calmara. 

 

El deseo hace que tu vientre aullara

con el cansancio que provoca el desvelo

que la mañana egoísta nos separa.

 

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