En la penumbra del ocaso, donde el sol se desvanece lentamente en el horizonte, se entretejen los susurros del viento con el eco de los recuerdos perdidos. Es en este eterno crepúsculo donde los sueños se vuelven tangibles, donde el tiempo se detiene y el alma encuentra reposo en la infinitud del universo.
Las sombras se alargan sobre la tierra, abrazando los rincones más oscuros del alma. Es en esta atmósfera de misterio donde los susurros del pasado cobran vida, donde los ecos de antiguas historias resuenan en los confines del tiempo.
En el horizonte, el sol se desvanece en un abrazo dorado con la noche, pintando el cielo con tonos de fuego y oro. Es en este encuentro cósmico donde la belleza y la melancolía se fusionan en una danza etérea, recordándonos la fugacidad de la existencia y la eternidad del espíritu.
Los sueños se deslizan como sombras fugaces entre los pliegues del crepúsculo, tejiendo historias de esperanza y redención. Es en este eterno atardecer donde las almas se encuentran, donde los corazones laten al ritmo de un eco eterno de amor y añoranza.
Y así, en la penumbra del ocaso, encontramos la paz en el abrazo del universo, donde el tiempo se desvanece y solo queda la eternidad. En este eterno crepúsculo, donde los sueños se vuelven tangibles y el alma encuentra reposo, nos sumergimos en la belleza sempiterna del universo, recordando que somos parte de algo más grande, algo eterno en su esencia y sublime en su ser.
- Autor: Dave Estrada ( Offline)
- Publicado: 3 de mayo de 2024 a las 21:23
- Categoría: Carta
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: jvnavarro
Comentarios1
Mucho de todo en una mañana radiante
Un saludo
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