Ese sonido

Alberto Escobar

 

Todo es poesía 
menos la poesía. 

—Nicanor Parra. 

 


Un sonido se cuela.
De repente, un sonido se cuela 
desde arriba, el vecino canta,
es sábado, el sol sonríe, la vida 
se despierta y hace planes, entra
por entre la ventana del baño,
una sonrisa mientras me ducho,
un subir positivo desde mis piernas,
me parece que el día va a ser
de apuntarse entre los días 
que en mi existencia debo tener 
en cuenta, recordar de viejo. 
Ese sonido me lleva
a una canción que pongo 
de inmediato en el móvil, esa
canción me lleva a otra 
hasta armar un concierto
improvisado que me pone en órbita. 
Desayuno y salgo, cierro la puerta
con otra sensación, intuyendo
que lo que me espera al doblar
la esquina me va a dar razones
para pensar que merece la pena
seguir viviendo, seguir respirando. 
Solo ha sido eso, un sonido,
una melodía que reaccionando
con todas las melodías que ya llevo
acumuladas dan con una amalgama
nueva, inédita, y generan un brote,
una explosión endocrina que me incita
a salir afuera, a buscar una rosa, 
a buscar un viento que me empuje directo
a un buen puerto, y dejar allí mi barco, 
quieto, a merced suave de un oleaje,
casi imperceptible, que lo mece lento
hasta dormirse, y que, cuando vuelva,
le haga llenarse de la energía que precisa
el viaje que emprenderé sobre su cubierta, 
rompiendo la resistencia de las olas
si estas despiertan de su letargo y soportar
cual Ulises el embrujo de cualquier sirena. 
Un sonido se cuela,
y todo lo que he dicho 
viene de ese simple sonido. 

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