Tu figura me atrapa y me pone a su merced;
Tus palabras son lazos que me impiden escapar.
De tus encantos; esas risas y los muchos llantos,
Aquellos que no impidieron que me pudiera enamorar.
Tus dientes, blancos por la mañana y brillantes a oscuras
Que alumbran mi mirada con la tuya.
Tu fragancia que, discretamente, se cuela en mi nariz con ansias,
Capaz de distinguir mil almas, pero ninguna como la suya.
Esos ojos ladrones que no tienen compasión
Conmigo; robándome el aliento que me hace falta
Para vivir. Esos ojos de mar y miel;
Infinitos como el mar y dulces como la miel.
Esas manos, que escasamente tienen contacto con las mías;
De seguro no tienen dueño y por eso permanecen frías.
Un mundo infinito que se oculta tras una hermosa mujer
Y soy el explorador que, con tiempo y prudencia, la ha de conocer.
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