Profesora

Iván González Martínez

La admiro.
El buenos días sensual
Enmascarado en clásico estilo
De quien viene a trabajar.

 

La lista, en voz hermética,
Se mueren de envidia los hombres.
Erguida, perfecta, atlética, 
el primero es siempre mi nombre.

 

La admiro.

 

Embobecer, pretendiendo,
Hasta debajo de las rocas. 
Embobecer, sin pretenderlo, 
Solo usted y unas pocas. 

 

Tengo dudas, se aproxima, 
Tambalea la admiración. 
La admiración, si usted se arrima, 
Viene adentro de un corazón. 

 

La admiración, si usted se arrima, 
Son nervios y titubeos. 
Tragar en seco si la tengo encima, 
Tragar en seco si su rostro veo. 

 

Y ojalá en ese preciso momento, 
Fuese lo suficientemente locuaz
Para decirle que la admiro, 
Cuando llega y cuando se va. 

 

Que una obra de arte
Es sin duda La Noche Estrellada, 
Pero también lo es, sin duda, 
Su letra chica en blanco plasmada. 

 

Que los números saben mejor, 
Que las palabras son tangibles, 
Que las paredes llevan su olor, 
Que su piel es muy sensible. 

 

Que todas mis ecuaciones
En algún sitio su nombre llevan. 
Que algoritmos y razones
A mis poemas se elevan. 

 

Pende de un hilo mi admiración. 
Ojo, un estudiante se enamora. 
A arrojar más luz en este salón, 
Pues ya no se atreva, profesora. 

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