La tarde se derrumba sobre el costado
de abril, entre el ruido del tráfico
y arquitecturas vegetales.
Esta tarde que resuena como espejos
o acónitos en celo, o como una galaxia.
¡Qué extraña tarde de ciudad sumergida
en el eco de la bruma, y de jardines
que declinan hacia el llanto!
Las calles van desnudas, alabastro
en mis pies descalzos y heridos,
y ahí está esa luz mortecina como un recuerdo
o un signo cuyo destino ignoro.
Y henos aquí como cigarras inmóviles
y mudas a la sombra de un incendio.
La tarde macerada en luces de neón
y licores blancos, tornasolada astronomía
para los nómadas del dharma, que siguen
hacia el sur el camino de los astros.
Todo se niega a nuestro encuentro,
y yo vuelvo mi rostro hacia el espejo vacío
para no reconocerme, el corazón en sombras,
los álamos sonando como algo que nos ha abandonado,
y el mar como un prado celeste y remoto.
Malgastada la tarde, fatigado el amor,
ya sin otro propósito, dejamos que el tiempo
nos encuentre contaminados de mar,
y tan vivos como mástiles bajo el peso
desmayado de las olas más altas.
- Autor: Gonvedo ( Offline)
- Publicado: 14 de mayo de 2024 a las 10:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: jvnavarro, David Arthur, María C.
Comentarios3
Un relato poético muy interesante
Un saludo
Muchas gracias, jvnavarro, por acercarte hasta estas letras.
Un abrazo.
....Todo se niega a nuestro encuentro,
y yo vuelvo mi rostro hacia el espejo vacío
para no reconocerme, el corazón en sombras,
los álamos sonando como algo que nos ha abandonado,
y el mar como un prado celeste y remoto......
Un abrazo JR
David
Muchas gracias, querido David, por llegarte hasta estas letras.
Un fuerte abrazo.
Me gusta ver que vas poniendo tus poemas, que ya he leído y vuelvo a leer con agrado siempre.
Un abrazo
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