Sinfonía incompleta.

el brujo de letziaga

Aquella tarde de verano
era una postal en el paisaje de la isla,
las transparencias infinitamente cristalinas
de mate esplendor,
endulzaban la mirada de mi canto herido.


Las dunas ondulantes
resollaban el verdor de los yuyos,
y las escobillas pardas de tallo violeta
danzaban graciosillas al son de la brisa,
cuando más falta me hacías.


Una siringa en clave de fa,
de tabaibas, acebuches y lentisco
con unos anises de risco,
daban pálpito a la tarde que moría
en las raíces de éste corazón que te esperaba.


Aletargado por el éxtasis latían mis sentidos
mirando unos “amores secos”
con sus flores blancas y unos lampiños;
entre arreboles y aserruches
que se preñaban en el pergamino del viento
entre cientos de azules y amarillos.


Las chicharras templaban sus violines
cuando llegué a mi favela.
Me asustó el anochecer
al irse adormeciendo el paisaje
en el crepúsculo de tu belleza ausente

 

 

 


Entonces...
entre ojos con luz de siete cirios
entoné un fado,
acompañado por una viola.


Do, re, mi
Re, do, si
Sinfonía incompleta


Yo estaba sin ti...

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