Te recuerdo

Mi amada Mary anhelada,

Reina que regía congelada,

despertaste del sueño interminable,

de tu antigua vida aletargada,

Veinte años esperé que desearas

a mi prenda encantada,

suspiraras de mi esencia,

mi espacio sin fin y dilatada morada.

Dos décadas esperé que alejaras,

tu flojera lenta y condenada,

que en mis deseos te atraparas

y mis dedos codiciaras.

Creaste un final glorioso,

con tu esplendor en mi cama,

vibrando en mi árbol frondoso,

prendido en la arista de la rama.

El humo de siete puntas te trajo a mí,

a mi acopiada savia estimulada

Y frotando tu punta en mi punto erigiste

cada vez más alta esta torre empinada.

Recuerdo tus lumbreras blancas,

al probar la esencia de mi vara,

magia eterna, atrevida y divina

al verme con tu lengua empapada.

Logré ver esas ganas de asentar caderas

sobre mi extensa morada,

desesperada, ardiente, deseosa,

pues sabías como acababa.

Recuerdo cuando en ti entraba,

tu cara adormecída y tu boca mojada,

raspabas mientras tus audacias mimaba,

al compás lento en que te desplazabas.

Aún te escucho suspirar que te esperara,

que indecente recitara para que llegaras,

pedías que concluyéramos juntos la cruzada,

de besos y caricias de una hora acalorada.

Y cansados de tanta euforia, de piel sudada,

de tanto amor, de imaginación deprabada,

de tanto esperar una vida disipada,

para que al final de todo terminara

en una incurable y profunda herida,

una de tus tantas mentiras descaradas.