Mis cigüeñas

Mercedes Bou Ibáñez



 

Octosílabo sin esquema de rima.

Se marcharon mis cigüeñas
en tímida desbandada,
tan solo me quedan ya
los soplos de un aura errante
y torres abandonadas,
sin cúpulas ya radiantes
ni luceros matinales.

Quedaron mis pies desnudos
sin alas que marquen rumbo
en la senda hacia la nada.

Los filos de agudas dagas
preciso para las hierbas
que se disfrazan de malvas,
en esa, su ardua carrera
de querer morder mi alma. 

Voluble se queda el alma,
vetustas quedan las ansias,
se reseca la floresta,
vacío se queda el nido,
la virtud entristecida
si el ave ya en él no anida
con su florecida cresta.

Furiosos están los vientos,
arañan la soledad
con sus afiladas zarpas,
soledad que se amilana
ante el hedor del silencio
que huele a vacío intenso 
en mi lóbrega morada,
donde buscando la paz
vive enmohecida el alma,
huyendo de los recuerdos
que tapé con una manta,
pero el tiempo y su crueldad
la retira... y la desgarra.

Mercedes Bou Ibáñez

 

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