En el errante vagar de mis pasos lentos,
en esta vida descuidada y sin timón,
tras cuatro meses de secos lamentos,
y vientos helados que azotan sin razón,
te veo tropezar, tu andar inseguro,
y la soledad se aleja en un suspiro.
Tu luz ilumina mi camino oscuro,
y tus ríos reviven mi seco retiro.
Adiós, soledad, cruel compañera,
que en mi alma sembraste desconsuelo.
En la danza del amor y la fiera,
entre giros de pasión y desconsuelo,
se tejen los hilos del destino fiero,
un baile eterno de cielo y suelo.
Los pasos se confunden, las miradas se encuentran,
en un mar de emociones que nos atrapa.
La alegría se tiñe de deseos que arden,
y el deseo se transforma en dulce trampa.
En tus labios encuentro la fuerza que anhelo,
un legado de valor y libertad.
En el corazón se anida un anhelo,
un amor que nos invita a la verdad.
Vivir a pesar de la herida en el alma,
bailar al ritmo que el destino nos dé.
Celebrar la vida que en el pecho se inflama,
un amor que por siempre renacerá.
JTA.
- Autor: jtaltuve (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de mayo de 2024 a las 00:06
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 4
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.