(soneto asonante)
No notarás jamás como te miro
ni mucho menos cuanto te deseo.
recela tu mirada al peregrino,
como diciendo “¡vasta, no de nuevo!”
No notas la caricia de mi ruego
ni la turbia alborada de desquicio
que sale de lo hondo de mi pecho.
¡Haces oídos sordos a mi trino!
¿Qué tendrá tu armadura lacerante?
¿Qué tendrá el corazón que no se escuda?
¿Qué tendrá mi razón de empuñadura?
Tú nunca entenderás al que ya arde
con penas y desaires de tu boca.
Tú nunca mirarás a quien no importa.
Comentarios2
A una pena encantadora
Un saludo
A una pena encantadora
Un saludo
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.