OH Rosa roja, color de enamorados,
Suspirando que algún día, pintes
El alma de los soñadores, latiendo
Al unísono camino al altar.
Te amo por tus espinas; hirientes,
Para recordarnos que amando se sufre,
Se deleita en lo imposible por ser posible.
Te admiro rosa del alma; te amo.
Aunque está en tu camino la rosa blanca,
Preferida, porque está esperando,
Que la llame al último suspiro,
Hacia la eterna mansión,
Que el Salvador ya me preparó,
Desde la creación del universo.
Rosa amarilla, eres bella, impecable;
Tus pétalos son llamas quietas, sonrientes.
¿Quién sería capaz de pasar a tu lado
Y suspirar controlando el aliento?
Yo pasaría días por verte cada amanecer,
Y aún al atardecer, porque iluminas.
Seré franco; no te pongas mas amarilla.
Prefiero la rosa blanca, tu hermana.
Tan bella como tú, ella me espera,
Con silbidos musicales; eternales.
A ella la llevaré en mi pecho
Y no se marchitará, será eterna
Como mi alma junto a Cristo.
En este jardín, encontré una rosa
Color de cielo; pétalos azules,
Admirables son tus hermanas.
Si… les hablo a todas.
Me quedaría con la de color de cielo,
Más ya está determinado que solo una
Será mi compañera del alma.
Una será, y será la rosa blanca,
Como rosa de Sarón, blanca como la nieve.
Que cuando la tocan se vuelve sangre.
Así como Cristo que cuando le tocaron,
Se volvió sangre de salvación.
¡Solo la rosa blanca es mi preferida!
- Autor: galision (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de mayo de 2024 a las 09:25
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 4
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.