La mirada puesta en el horizonte,
da cuenta del abismo de tus ojos,
ébanos oscuros de perdición
que me llevan a tus labios;
Voluptuosas masas de carne,
Guardianas de un néctar delicioso
y de tu afrodisiaco aliento.
Costa que se despide suspirando
para transitar al estrecho cuello;
delicada y tibia franja que comunica
con tu cuerpo y me invita a continuar,
el jadeante camino de tu intimidad.
La respiración acelerada incita
a escalar hasta la cima de tu pecho
donde corono con saliva tus pezones,
que se encrespan firmes al cielo.
Las marcas del recorrido lubrican
el cáliz oculto al final de la cadera.
Los jadeos son más constantes.
Descender las escarpadas montañas
Implica viajar despacio y con delicadeza,
sin dejar de marcar con la humedad
de mi boca el recorrido adelantado.
Ahora el paso es por tu allanada cintura
y en el accidente geográfico del ombligo,
se obliga una parada, un vórtice de desafío,
que me lleva a las inmediaciones de Venus,
monte inflamado que no se resiste al paso,
por el contrario, incita a adentrarse más.
Sin pesadumbre los muslos se descuelgan
Y emergen al final los mayores sonrosados
exhibiendo el raudal vertido por la espera.
Explorar toma su tiempo, hay que tantear.
Termina el lenguado paso y el viaje exploratorio.
Cambia el sistema.
Hay que conquistar las preciadas tierras.
Ya están ávidas de atención y de fricción.
El falo embelesado, nutrido, cargado,
Viene al ataque, se inserta suave, pero firme
y el bamboleo ritual empieza.
A veces suave, a veces rudo, sin perder el compás.
El vaivén termina, en Venus ha nevado.
- Autor: Thor (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de junio de 2024 a las 07:22
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez
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