Antoñito

Alberto Escobar

 

Si el arte no existiera
la realidad
nos haría añicos. 

—un tal Nietzsche,

 

 

A veces uno, otras son tres
e incluso cuatro. 
La situación va desalentando los ánimos,
ayer, recogiendo a los niños vi eso,
un zumbido, de repente, como si las trompetas
de Jericó anunciasen un fin del mundo
aún no publicado, no dado a la luz.
Antoñito ya aparecía al fondo, saliendo
desde la esquina de la puerta que da al baño
y al verme, con la cara desencajada, corrió
como si estuviera en el recreo en pos de una pelota,
se abrazó a mis piernas como si necesitara no caerse
a un vacío, el vacío que a mí se me abría, y me dio
un beso que me supo a miel y fresas, me contó 
sus quehaceres y tareas pendiente para por la tarde. 
A veces son solo una.
Montados en el coche de vuelta a casa
lo vi, al trasluz, como un espectro que desde ayer,
desde el sueño de una habitación vacía,
me venía detrás, por la espalda, como un memento
romano tras un emperador que no entiende la fugacidad
de la vida, que quiere y hace por ser inmortal, imperecedero. 
Cuando llegamos a casa Antoñito corrió escaleras
arriba en pos de su madre, y al ver que no estaba, entre
extrañezas y suspiros de suspicacia me preguntó que dónde
estaba, que si su ausencia era cosa de horas, de días, 
o de vidas, y que si habían discutido y de ahí su huida hacia
delante. Le dije que sí, con la mirada en el suelo, la cabeza
pesando un quintal métrico y la verguenza gozando de su salud. 
Antoñito lloró, fueron unos segundos solo, y yo continúo llorando
mi ineptitud, mi falta de capacidad de dar mi brazo a torcer 
cuando el brazo no es necesario para el amor, para quererse. 
Ella volvió, a regañadientes, y Antoñito es otro niño...

Ver métrica de este poema
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios2

  • jvnavarro

    Sobrecogedor, muy bueno.
    Un saludo amigo y que la luz de los días nos depare salud y sosiego

  • Syol *

    Muy cierto, una palabra dicha tiene el efecto de un proyectil, no importa si luego intentamos desactivarla para borrar el mal momento, ya estuvo en manos del aire, lejos de nuestro alcance...

    Siempre un gusto pasar a leerte poeta..

    • Alberto Escobar

      La herida que deja llega a lo sumo a cicatriz, a un recuerdo que no se borra. Un abrazo hermano,

      • Syol *

        Exacto !...



      Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.